sábado, 15 de agosto de 2009

EL IMPERIO ROMANO: LA PIRÁMIDE DE LA OPRESIÓN


La tierra de Israel fue blanco de disputas entre los imperios de Oriente y de Occidente, por ser un corredor de paso entre los dos mundos. Pompeyo, general del ejército romano, concretó las ambiciones del emperador de entonces, Julio César: integrando a su dominio Jerusalén y Judea.

Ejército: la fuerza bruta del imperio

Cuando Judas Macabeo se alió con los romanos, alrededor del año 160 a.C., Roma aún no era un imperio. Estaba creciendo en importancia y volviéndose una nación cada vez más poderosa. Poco a poco los romanos fueron conquistando territorios que trasformaban en provincias. Su gran fuerza conquistadora era el ejército, numéricamente grande, estratégicamente bien organizado en legiones, fuertemente disciplinado e ideológicamente compacto. Como ya vimos, desde el año 148 a.C. los romanos fueron extendiendo su dominio sobre las regiones en torno del Mar Mediterráneo y en Europa. Con Pompeyo, por el año 67 a.C., el interés de Roma se volcó hacia el Oriente. Con la conquista de Siria, transformada en provincia romana, el imperio romano construyó el puente que le faltaba para extender el imperio hasta la antigua Mesopotamia, en los confines con el río Tigris. Esta política de expansión continuó con Julio César y con sus sucesores.

Tributos: la forma clásica de la sumisión

La forma clásica de sometimiento de los pueblos conquistados era el pago de tributos. Roma crecía y se enriquecía con los tributos de las naciones dominadas. Los productos del campo y de la industria manufacturera eran comercializados bajo el control romano, y los dividendos eran destinados al pago de los tributos. Éstos eran aceptados únicamente en moneda romana. Así el imperio garantizaba la supremacía de su moneda, amparada por el sistema de cobranza de los impuestos. Para evitar fugas y contestaciones al sistema, Roma contaba con su ejército. Con la fuerza de las armas imponía su política económica a los pueblos conquistados.

Administración del Estado: el poder, del más fuerte

Para administrar todo aquel vasto territorio, los romanos crearon una estructura compleja y eficiente. El poder era claramente jerárquico, con una rígida estructura piramidal. Todo el poder emanaba directamente de la divinidad del emperador, comandante supremo del Imperio y del ejército. Era algo común que el general más hábil llegara a ser emperador, después de la muerte de su antecesor. Esto, cuando la lucha por el poder no llegaba al asesinato del emperador por parte de alguno de sus generales. El Senado, con sede en Roma, era el órgano consultivo y deliberativo, sacerdotes del Templo del emperador, y estaba constituido por los consejeros de la corte, que conformaban una intricada lista de cargos y títulos, cada uno de los cuales implicaba una determinada jurisdicción y competencia, con su respectivo grado de poder y prestigio: gobernadores de provincias, etnarcas, tetrarcas, cónsules, procónsules, legados, procuradores, prefectos.

La pirámide social

La estructura piramidal del poder se reproducía en la estructura social y económica. En la cumbre de la pirámide social romana estaban los nobles: la corte imperial, los altos funcionarios del Estado como los senadores, y los generales del ejército. Ésta era también la clase rica del imperio. En el medio estaban los hombres libres, que eran considerados ciudadanos romanos. .Esta ciudadanía se adquiría, en primer lugar, por nacimiento de padre romano; en segundo lugar, por compra de este derecho; y, en tercer lugar, por concesión del emperador a algunas ciudades. Ésta era la clase media del Imperio.

En la base de la pirámide estaban los esclavos, todos los que no tenían el derecho de ser considerados ciudadanos romanos. Entre estos últimos estaban los pueblos conquistados, incluso Israel. Ellos no participaban de la política y no tenían acceso a la propiedad y a la libertad de movimiento. Su función en la sociedad era la de producir. Constituían la clase pobre y excluida del imperio. Su fuerza de trabajo alimentaba toda la estructura imperial. Algunos esclavos conseguían la libertad y pasaban a formar parte de la clase de los libertos, pero no eran considerados ciudadanos romanos.

La religión: los "divinos" emperadores

El imperio romano era politeísta. Por lo general, dejaba que cada cual adorase y rindiese culto a los dioses que quisiese. Pero, ideológicamente, obligaba a los pueblos conquistados a rendir culto también a los dioses romanos. A partir de Octaviano, que se proclamó Augusto (31 a.C. -14 d.C.), también los emperadores romanos comenzaron a considerarse "divinos", es decir, semidioses, mereciendo por eso un culto a su imagen. En el caso de Israel, debido a su celo extremo por la religión monoteísta y a la absoluta prohibición de imágenes como objeto de culto, los romanos fueron más blandos en la exigencia del culto al emperador. Impusieron, sin embargo, el ofrecimiento diario de un sacrificio por el emperador en el Templo de Jerusalén, en sustitución del culto a él. Los judíos tuvieron de los romanos también otras concesiones: estaban dispensados del servicio militar obligatorio en las legiones, y tenían su propio tribunal, el Sanedrín, para juzgar los casos concernientes a los judíos. Pero el Sanedrín tenía un poder limitado: el juzgamiento de algunos delitos estaba reservado a los romanos, especialmente los que se castigaban con la pena de muerte.

Recorriendo el período romano (1 a etapa: fin del Antiguo Testamento) 63-37 a.C.

Pompeyo (66-48 a.C.)

En el verano del año 63 a.C., el general y cónsul romano Pompeyo conquistó la ciudad de Jerusalén. Así puso fin a la disputa suscitada por el poder en Judea, y que venía desde los tiempos de Juan Hircano (34- 04 a, C.). Jerusalén se había vuelto un puente estratégico de suma importancia en el Oriente Medio para quien desease controlar no sólo la región, sino también las vías de comunicación entre el Occidente y el Oriente, y entre Europa y África. Para la geografía de la época, esto significaba controlar el norte y el sur, el este y el oeste. Los romanos sabían que los judíos eran muy celosos defensores de las tradiciones culturales y religiosas de su tierra. También sabían que los judíos estaban esparcidos por todas las regiones ya conquistadas, donde mantenían fuertemente el ideal de la unidad en torno a la Ley o Torá. Fue justamente a causa de la defensa de su religión que los Macabeos habían pedido ayuda a Roma contra la tiranía de los Seléucidas, extremadamente intolerantes en cuanto a la religión judía. Esta característica de los judíos los hacía una nación peculiar, comparada con las otras naciones conquistadas. Una oposición abierta respecto de los judíos podía echar a perder los planes romanos para controlar la región. Por eso, Pompeyo no transformó inmediatamente a Judea en una provincia romana, como había sucedido con los otros pueblos conquistados. La estrategia de dominación tuvo que ser diferente para el caso judío. El control romano se dio por medio de los nombramientos para los cargos importantes en Judea, especialmente para el cargo de sumo sacerdote.

El poder en Judea: la religión subyugada

Cuando Pompeyo llegó a Jerusalén, encontró una situación bastante complicada en lo que atañe al ejercicio del poder. Quien mandaba en Judea era Aristóbulo II (67-63 a.C.). Pero su poder no gozaba de legitimidad, porque había usurpado el trono de su hermano, Hircano. La disputa por el poder judío comenzó en el año 67, con la muerte de la reina madre, Alejandra (76-67 a.C.). Hircano II, hijo de Alejandra, había sido nombrado por ella sumo sacerdote. Cuando ella murió, Hircano II le sucedió como rey, dejando el cargo de sumo sacerdote. Pero su hermano Aristóbulo lo destituyó y se autoproclamó rey y sumo sacerdote.

En el año 65 a.C., Hircano II se alió con Aretas III, rey de Nabatea, y sitió Jerusalén, tratando de retomar el poder usurpado por su hermano. Pero la llegada de Pompeyo a la región hizo que se retirara. Esto dio a Aristóbulo la oportunidad de vencerlos después, confirmando su poder en el trono de Judea. En este contexto, Pompeyo necesitó actuar políticamente. Para garantizar la política de "alineamiento" con los intereses de Roma, el general romano nombró como sumo sacerdote y gobernador a Hircano II, hijo de Alejandra. La medida miraba a garantizar que la religión judía, por la cual los judíos se mostraban recelosos, pudiese estar "bajo control", además de satisfacer al pueblo que no veía con buenos ojos el gobierno de Aristóbulo, considerado ilegítimo. Pompeyo puso fin al reinado de Aristóbulo II y lo llevó a Roma, juntamente con su hijo Antígono. Pero Hircano II no fue repuesto como rey en Jerusalén. Sólo volvió a ocupar un cargo importante, pero con un poder limitado. Durante el período que ejerció este cargo, del año 63 al 40 a.C., quien administraba de hecho la Judea era su ministro, el idumeo Antípatro. En este período, los últimos asmoneos (sucesores de los Macabeos) intentaron rebelarse y tomar el poder en Jerusalén, pero fueron derrotados.

Parece que Israel estuvo de alguna forma bajo la jurisdicción de Siria, ya transformada en provincia romana. Es lo que indica el hecho de que, durante el gobierno de Gabinio en Siria (57-55 a.C.), éste quiso dividir el territorio de Israel en cinco distritos administrativos, cada uno de ellos administrado por un Sanedrín local. Sin embargo, tal tentativa duró poco, pues el fuerte sentimiento de unidad del pueblo judío la volvió pronto irrealizable.

Julio César (48-44 a.C.)

En el año 48 a.C., Pompeyo fue derrotado por Julio César en Farsalia, Grecia, y luego asesinado en Egipto. Julio César mantuvo la política de no someter directamente los judíos al dominio romano, sino de controlar los cargos públicos de Judea, nombrando a aquellas personas de las cuales pudiese obtener apoyo, confirmando a Hircano II en el cargo de etnarca, es decir, de gobernador de Judea, y a Antípatro como su administrador. En consideración de la ayuda recibida de los judíos, Julio César les cedió el control de la ciudad de Jaffa y de las ciudades de la llanura de Esdrelón. A partir de allí, Antípatro se transformó en un verdadero procurador romano en Judea. Nombró a su hijo mayor, Fasael, como gobernador de Jerusalén, y al hijo menor, Herodes, como estratega de Galilea, es decir, como una especie de general superior. Esto significaba que Herodes tenía una milicia romana bajo sus órdenes. Su primera acción fue sofocar la rebelión de Ezequías, entre los años 47 y 41 a.C. En el año 44 Julio César fue asesinado en Roma, y Marco Antonio subió al trono en su lugar.

Marco Antonio (41-30 a.C.)

Marco Antonio era miembro del triunvirato. Así, después de asumir el gobierno del Oriente, nombró a Herodes gobernador de Galilea y de Perea, aumentando aún más su poder. En el año 40 a.C. los partos, venidos de Persia, invadieron Siria y Judea, y tomaron Jerusalén, dominando la región hasta el año 38 a.C., cuando fueron expulsados por los romanos. Cuando los partos estaban en el poder, nombraron como rey de Judea y sumo sacerdote a Antígono, hijo de Aristóbulo. Entonces, Herodes huyó a Roma. Hircano II fue depuesto y mutilado (para que no pudiera ser sumo sacerdote). A fines de ese año, el Senado romano nombró a Herodes rey de Judea, pero éste pudo ejercer como tal sólo después de vencer a Antígono y tomar Jerusalén con la ayuda de Sosia, gobernador romano de Siria, en el año 37 a.C.

El reinado de Herodes el Grande (37-4 a.C.)

Herodes era hijo de Antípatro, idumeo. Su madre era nabatea. Por tanto, él tenía una lejana descendencia abrahámica, por intermedio de Esaú, llamado también Edom, hermano de Jacob (Gn 25, 30; Dt 23, 8). Nació en Ascalón, que en aquella época era una ciudad griega, a orillas del Mediterráneo. En su formación, por tanto, asimiló la cultura griega. Además, la población de Idumea ya había sido obligada por Hircano a convertirse al judaísmo, aceptando la circuncisión y la anexión a la nación judía. Estas informaciones son importantes para legitimar la autoridad de Herodes delante del pueblo, y llegan a transformarse en una ideología para justificar su poder.

Después de la caída del reino de Judea, en la época del dominio persa, esta región se hizo conocida como 1ª provincia de Transéufrates y, más tarde, como Judea. Para simplificar y al mismo tiempo identificar mejor la tierra del pueblo de la Biblia, la vamos a llamar siempre con el nombre de "tierra de Israel", teniendo presente que, a lo largo de su historia, tuvo nombres diferentes, abarcando diferentes extensiones geográficas. El nombre de "Palestina" le fue dado por los romanos a toda la región a partir del año 132-135 d.C., y no sólo a la faja del litoral ocupada por los filisteos, cuya tierra era ya conocida con este nombre desde el año 1200 a.C. Herodes subió al trono de Jerusalén en el año 37 a.C. y reinó hasta el año 4 d.C. Se casó cinco veces: con Doris, griega, quien le dio el hijo Antípatro III; con Mariamne I judía, nieta de Hircano II, de la que nacieron Aristóbulo y Alejandro; con Mariamne II, judía, hija del sumo sacerdote Simeón, de la que nació Filipo I, llamado también Herodes; con Maltaké, samaritana, de la que nacieron Arquelao y Herodes Antipas; y, finalmente, con Cleopatra VIII, egipcia, de la que nació Filipo II.

En el año 23 a.C. la autoridad de Herodes se extendió sobre la Traconítida o Traconitis, la Batanea y la Avaranítida, y, en el año 20, sobre la Parea. Estas regiones se encontraban en la parte oriental, al este y noreste del Jordán, en la antigua Transjordania, en dirección a Siria.

Herodes, el represor

En el año 31 a.C. Octaviano se hizo cónsul absoluto de Roma, después de haber derrotado a Marco Antonio en la batalla naval de Accio. A partir del año 27 comenzó a llamarse Augusto, asumiendo el título de emperador. Durante su reinado instauró la política de la "Pax romana", según la cual eran eliminados sistemáticamente todos los adversarios del imperio. El objetivo de la política de Augusto era el de aniquilar cada foco de rebelión o perturbación del orden, para garantizar "la paz", es decir, la perpetuación del sistema. Consideró a Herodes como a un "rey aliado", ciertamente a causa de su rígida conducta que correspondía a la política del emperador.

El gobierno de Herodes fue extremadamente represor, dentro de la más perfecta sintonía con la "pax romana" de Augusto. Herodes era, en cierta forma, el "brazo de Augusto" en Judea. En el año 30, Herodes ejecutó a Hircano II, quien gobernara Judea antes de ser depuesto y mutilado por los partos (40 a.C.). En el año 29 ejecutó a su propia mujer, Mariamne I. En los años 9-8 a.C., quiso capturar a un grupo de rebeldes de la Traconítida que había sido acogido por el ministro Sileo, de la Nabatea. Entró en territorio nabateo, causando la rebelión de Sileo, quien se quejó ante Augusto, del cual recibió apoyo. Esto causó grandes estragos en las relaciones de Herodes con Roma, al menos durante algún tiempo. Tal vez para revertir esta situación y mostrar que estaba alineado con la política de Augusto, en el año 7 a.C. Herodes mandó estrangular a Aristóbulo y Alejandro, los dos hijos que había tenido con Mariamne I. Esta crueldad sólo se explica con la ambición por el poder y combina con el perfil de Herodes trazado en el evangelio de Mateo (Mt 2, 1-9).

Herodes, el constructor

Herodes emprendió muchas construcciones en la tierra de Israel tal vez por eso recibió el título de "el Grande", a pesar de haber sido muy cruel. Sus obras más importantes fueron las siguientes: en el año 30 construyó la Fortaleza Antonia, y, en el año 23, el Palacio de la ciudadela alta, donde residía, ambas construcciones en Jerusalén; construyó también, en la capital, tres torres vigía, llamadas por él mismo con los nombres de Mariamne, Fasael e Ipica; en el año 23, incluso, fundó la ciudad de Cesarea, en el litoral marítimo, en homenaje al César, y allí construyó un puerto artificial, pues la costa mediterránea de Israel no tenía puertos naturales; reconstruyó igualmente las ciudades de Antipátrida, en la planicie de Sarón (Hch 23, 31), Fasaélida (o Fasaelis), en el valle del Jordán, y la antigua ciudad de Samaría, que rebautizó con el nombre de Sebaste, que es el correspondiente griego del nombre de Augusto, también en homenaje al emperador. Allí Herodes construyó un templo dedicado al emperador, quien se había declarado "divino".

Las construcciones de Herodes continuaron. Mandó construir en Jericó, junto a un torrente, camino a Jerusalén, un conjunto residencial de tres palacios: uno, de estilo griego, era para la administración y los servicios; otro, de estilo asmoneo, tenía salas de recepción, piscinas y jardines; el tercero, de estilo romano, servía de residencia, con jardines, patios, balcones, salas de recepción, termas, y una gran piscina de 90 x 42 metros para juegos náuticos. Construyó también la ciudadela-fortaleza de Masada -en lo alto de un monte de difícil acceso, próximo al Mar Muerto- y el palacio-fortaleza de Herodion (o Herodium), situado en las inmediaciones de Belén, entre Jerusalén y el Mar Muerto.

La obra más importante de Herodes fue la construcción del Templo de Jerusalén, que había sido saqueado por M. Licinio Craso en el año 54, y que probablemente, en esa misma ocasión, resultó en parte destruido. Herodes inició esta reconstrucción cerca del año 20 ó 19 a.C. Según Jn 2, 20 las obras habrían durado 46 años, lo que sitúa su conclusión por el año 26 ó 27 d.C. ¿Es suficiente esto para imaginar el costo de tantas construcciones? ¡Todo esto exigía del pueblo el pago de impuestos muy elevados!

La fecha del nacimiento de Jesús

Existen diversos indicios históricos de que, en los últimos años del reinado de Herodes el Grande, hubo un censo ordenado por el Imperio romano. El texto de Lev 2, 1-2 hace referencia a un empadronamiento hecho "siendo gobernador de Siria Cirino". Los datos históricos respecto de Cirino lo sitúan entre los años 12 y 6 a.C., aunque Flavio Josefo lo sitúa en el año 6 d. C. Puede haber sido como una reacción a este empadronamiento que más de 6.000 fariseos se negaron a prestar juramento a Augusto, en el año 7 ó 6 a. C. Otra hipótesis es la de que haya habido más de un censo en fechas muy próximas, tal vez complementándose el uno con el otro.

Según la información de Mt 2, 16.19 Herodes murió al menos dos años después del nacimiento de Jesús. Ya que su muerte se dio en el año 4 a.C., se debe concluir que el nacimiento de Jesús sólo puede haberse dado, de hecho, antes de esta fecha, o sea, entre los años 7 y 6 antes de nuestra era.

La reacción popular a la política herodiana

Los 33 años del reinado de Herodes fueron marcados por una total sumisión a los dictámenes de Roma, siguiendo la política de la 'pax romana' y adulando a los emperadores. Antes de Herodes, los romanos estaban distantes, pero no indiferentes ni ausentes a la política de la región de Israel. Herodes el Grande fue el primero en ser considerado "rey" de Judea por los romanos. En su gobierno, la presencia y la intromisión romanas en los asuntos de Israel se volvieron mucho más evidentes. Los judíos no aceptaron pacíficamente esta intromisión extranjera, negándose a prestar juramento a Augusto.

Según Flavio Josefo, fue Saturnino, gobernador de Siria entre el año 9 y 6 a.C., quien hizo el censo de Judea durante el cual nació Jesús. Esta información confirma la fecha del nacimiento de Jesús hasta el año 6 a.C.

La cuenta actual de los años de la 'era cristiana' parte del nacimiento de Jesús, según los cálculos hechos por el monje Dionisio el Pequeño, en el siglo VI. Éste se basó en Lucas para atribuir a Jesús 30 años exactos cuando empezó su ministerio público (Lc 3,23). El "decimoquinto año de Tiberio" (Lc 3, 1), según el calendario romano, corresponde al año 782/783. Así, descontando los 30 años que Jesús ya había vivido, tenemos el año 752/753, el cual fue considerado por Dionisio como el año uno, inicio de la era cristiana. Pero, en el año decimoquinto de Tiberió, Jesús ya debía tener al menos 33 años, tal vez incluso 37. Dionisio erró por poco, con un margen de tres a siete años, como lo demuestra la rebelión de los fariseos en el año 7 ó 6 d.C.

Para seguir la reflexión

• En el imperio romano las personas tenían dificultades: represión del ejército, tributos, corrupción política, asesinatos, religión manipulada, grandes construcciones.

• La pirámide y el imperio romano, ¿nos recuerdan hechos de nuestra sociedad actual?

Leer Lev 2, -7. José y María van a Belén a inscribirse en el censo, que era una exigencia del imperio romano para el cobro de los tributos.

EL IMPERIO ROMANO: LA PIRÁMIDE DE LA OPRESIÓN

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La tierra de Israel fue blanco de disputas entre los imperios de Oriente y de Occidente, por ser un corredor de paso entre los dos mundos. Pompeyo, general del ejército romano, concretó las ambiciones del emperador de entonces, Julio César: integrando a su dominio Jerusalén y Judea.

Ejército: la fuerza bruta del imperio

Cuando Judas Macabeo se alió con los romanos, alrededor del año 160 a.C., Roma aún no era un imperio. Estaba creciendo en importancia y volviéndose una nación cada vez más poderosa. Poco a poco los romanos fueron conquistando territorios que trasformaban en provincias. Su gran fuerza conquistadora era el ejército, numéricamente grande, estratégicamente bien organizado en legiones, fuertemente disciplinado e ideológicamente compacto. Como ya vimos, desde el año 148 a.C. los romanos fueron extendiendo su dominio sobre las regiones en torno del Mar Mediterráneo y en Europa. Con Pompeyo, por el año 67 a.C., el interés de Roma se volcó hacia el Oriente. Con la conquista de Siria, transformada en provincia romana, el imperio romano construyó el puente que le faltaba para extender el imperio hasta la antigua Mesopotamia, en los confines con el río Tigris. Esta política de expansión continuó con Julio César y con sus sucesores.

Tributos: la forma clásica de la sumisión

La forma clásica de sometimiento de los pueblos conquistados era el pago de tributos. Roma crecía y se enriquecía con los tributos de las naciones dominadas. Los productos del campo y de la industria manufacturera eran comercializados bajo el control romano, y los dividendos eran destinados al pago de los tributos. Éstos eran aceptados únicamente en moneda romana. Así el imperio garantizaba la supremacía de su moneda, amparada por el sistema de cobranza de los impuestos. Para evitar fugas y contestaciones al sistema, Roma contaba con su ejército. Con la fuerza de las armas imponía su política económica a los pueblos conquistados.

Administración del Estado: el poder, del más fuerte

Para administrar todo aquel vasto territorio, los romanos crearon una estructura compleja y eficiente. El poder era claramente jerárquico, con una rígida estructura piramidal. Todo el poder emanaba directamente de la divinidad del emperador, comandante supremo del Imperio y del ejército. Era algo común que el general más hábil llegara a ser emperador, después de la muerte de su antecesor. Esto, cuando la lucha por el poder no llegaba al asesinato del emperador por parte de alguno de sus generales. El Senado, con sede en Roma, era el órgano consultivo y deliberativo, sacerdotes del Templo del emperador, y estaba constituido por los consejeros de la corte, que conformaban una intricada lista de cargos y títulos, cada uno de los cuales implicaba una determinada jurisdicción y competencia, con su respectivo grado de poder y prestigio: gobernadores de provincias, etnarcas, tetrarcas, cónsules, procónsules, legados, procuradores, prefectos.

La pirámide social

La estructura piramidal del poder se reproducía en la estructura social y económica. En la cumbre de la pirámide social romana estaban los nobles: la corte imperial, los altos funcionarios del Estado como los senadores, y los generales del ejército. Ésta era también la clase rica del imperio. En el medio estaban los hombres libres, que eran considerados ciudadanos romanos. .Esta ciudadanía se adquiría, en primer lugar, por nacimiento de padre romano; en segundo lugar, por compra de este derecho; y, en tercer lugar, por concesión del emperador a algunas ciudades. Ésta era la clase media del Imperio.

En la base de la pirámide estaban los esclavos, todos los que no tenían el derecho de ser considerados ciudadanos romanos. Entre estos últimos estaban los pueblos conquistados, incluso Israel. Ellos no participaban de la política y no tenían acceso a la propiedad y a la libertad de movimiento. Su función en la sociedad era la de producir. Constituían la clase pobre y excluida del imperio. Su fuerza de trabajo alimentaba toda la estructura imperial. Algunos esclavos conseguían la libertad y pasaban a formar parte de la clase de los libertos, pero no eran considerados ciudadanos romanos.

La religión: los "divinos" emperadores

El imperio romano era politeísta. Por lo general, dejaba que cada cual adorase y rindiese culto a los dioses que quisiese. Pero, ideológicamente, obligaba a los pueblos conquistados a rendir culto también a los dioses romanos. A partir de Octaviano, que se proclamó Augusto (31 a.C. -14 d.C.), también los emperadores romanos comenzaron a considerarse "divinos", es decir, semidioses, mereciendo por eso un culto a su imagen. En el caso de Israel, debido a su celo extremo por la religión monoteísta y a la absoluta prohibición de imágenes como objeto de culto, los romanos fueron más blandos en la exigencia del culto al emperador. Impusieron, sin embargo, el ofrecimiento diario de un sacrificio por el emperador en el Templo de Jerusalén, en sustitución del culto a él. Los judíos tuvieron de los romanos también otras concesiones: estaban dispensados del servicio militar obligatorio en las legiones, y tenían su propio tribunal, el Sanedrín, para juzgar los casos concernientes a los judíos. Pero el Sanedrín tenía un poder limitado: el juzgamiento de algunos delitos estaba reservado a los romanos, especialmente los que se castigaban con la pena de muerte.

Recorriendo el período romano (1 a etapa: fin del Antiguo Testamento) 63-37 a.C.

Pompeyo (66-48 a.C.)

En el verano del año 63 a.C., el general y cónsul romano Pompeyo conquistó la ciudad de Jerusalén. Así puso fin a la disputa suscitada por el poder en Judea, y que venía desde los tiempos de Juan Hircano (34- 04 a, C.). Jerusalén se había vuelto un puente estratégico de suma importancia en el Oriente Medio para quien desease controlar no sólo la región, sino también las vías de comunicación entre el Occidente y el Oriente, y entre Europa y África. Para la geografía de la época, esto significaba controlar el norte y el sur, el este y el oeste. Los romanos sabían que los judíos eran muy celosos defensores de las tradiciones culturales y religiosas de su tierra. También sabían que los judíos estaban esparcidos por todas las regiones ya conquistadas, donde mantenían fuertemente el ideal de la unidad en torno a la Ley o Torá. Fue justamente a causa de la defensa de su religión que los Macabeos habían pedido ayuda a Roma contra la tiranía de los Seléucidas, extremadamente intolerantes en cuanto a la religión judía. Esta característica de los judíos los hacía una nación peculiar, comparada con las otras naciones conquistadas. Una oposición abierta respecto de los judíos podía echar a perder los planes romanos para controlar la región. Por eso, Pompeyo no transformó inmediatamente a Judea en una provincia romana, como había sucedido con los otros pueblos conquistados. La estrategia de dominación tuvo que ser diferente para el caso judío. El control romano se dio por medio de los nombramientos para los cargos importantes en Judea, especialmente para el cargo de sumo sacerdote.

El poder en Judea: la religión subyugada

Cuando Pompeyo llegó a Jerusalén, encontró una situación bastante complicada en lo que atañe al ejercicio del poder. Quien mandaba en Judea era Aristóbulo II (67-63 a.C.). Pero su poder no gozaba de legitimidad, porque había usurpado el trono de su hermano, Hircano. La disputa por el poder judío comenzó en el año 67, con la muerte de la reina madre, Alejandra (76-67 a.C.). Hircano II, hijo de Alejandra, había sido nombrado por ella sumo sacerdote. Cuando ella murió, Hircano II le sucedió como rey, dejando el cargo de sumo sacerdote. Pero su hermano Aristóbulo lo destituyó y se autoproclamó rey y sumo sacerdote.

En el año 65 a.C., Hircano II se alió con Aretas III, rey de Nabatea, y sitió Jerusalén, tratando de retomar el poder usurpado por su hermano. Pero la llegada de Pompeyo a la región hizo que se retirara. Esto dio a Aristóbulo la oportunidad de vencerlos después, confirmando su poder en el trono de Judea. En este contexto, Pompeyo necesitó actuar políticamente. Para garantizar la política de "alineamiento" con los intereses de Roma, el general romano nombró como sumo sacerdote y gobernador a Hircano II, hijo de Alejandra. La medida miraba a garantizar que la religión judía, por la cual los judíos se mostraban recelosos, pudiese estar "bajo control", además de satisfacer al pueblo que no veía con buenos ojos el gobierno de Aristóbulo, considerado ilegítimo. Pompeyo puso fin al reinado de Aristóbulo II y lo llevó a Roma, juntamente con su hijo Antígono. Pero Hircano II no fue repuesto como rey en Jerusalén. Sólo volvió a ocupar un cargo importante, pero con un poder limitado. Durante el período que ejerció este cargo, del año 63 al 40 a.C., quien administraba de hecho la Judea era su ministro, el idumeo Antípatro. En este período, los últimos asmoneos (sucesores de los Macabeos) intentaron rebelarse y tomar el poder en Jerusalén, pero fueron derrotados.

Parece que Israel estuvo de alguna forma bajo la jurisdicción de Siria, ya transformada en provincia romana. Es lo que indica el hecho de que, durante el gobierno de Gabinio en Siria (57-55 a.C.), éste quiso dividir el territorio de Israel en cinco distritos administrativos, cada uno de ellos administrado por un Sanedrín local. Sin embargo, tal tentativa duró poco, pues el fuerte sentimiento de unidad del pueblo judío la volvió pronto irrealizable.

Julio César (48-44 a.C.)

En el año 48 a.C., Pompeyo fue derrotado por Julio César en Farsalia, Grecia, y luego asesinado en Egipto. Julio César mantuvo la política de no someter directamente los judíos al dominio romano, sino de controlar los cargos públicos de Judea, nombrando a aquellas personas de las cuales pudiese obtener apoyo, confirmando a Hircano II en el cargo de etnarca, es decir, de gobernador de Judea, y a Antípatro como su administrador. En consideración de la ayuda recibida de los judíos, Julio César les cedió el control de la ciudad de Jaffa y de las ciudades de la llanura de Esdrelón. A partir de allí, Antípatro se transformó en un verdadero procurador romano en Judea. Nombró a su hijo mayor, Fasael, como gobernador de Jerusalén, y al hijo menor, Herodes, como estratega de Galilea, es decir, como una especie de general superior. Esto significaba que Herodes tenía una milicia romana bajo sus órdenes. Su primera acción fue sofocar la rebelión de Ezequías, entre los años 47 y 41 a.C. En el año 44 Julio César fue asesinado en Roma, y Marco Antonio subió al trono en su lugar.

Marco Antonio (41-30 a.C.)

Marco Antonio era miembro del triunvirato. Así, después de asumir el gobierno del Oriente, nombró a Herodes gobernador de Galilea y de Perea, aumentando aún más su poder. En el año 40 a.C. los partos, venidos de Persia, invadieron Siria y Judea, y tomaron Jerusalén, dominando la región hasta el año 38 a.C., cuando fueron expulsados por los romanos. Cuando los partos estaban en el poder, nombraron como rey de Judea y sumo sacerdote a Antígono, hijo de Aristóbulo. Entonces, Herodes huyó a Roma. Hircano II fue depuesto y mutilado (para que no pudiera ser sumo sacerdote). A fines de ese año, el Senado romano nombró a Herodes rey de Judea, pero éste pudo ejercer como tal sólo después de vencer a Antígono y tomar Jerusalén con la ayuda de Sosia, gobernador romano de Siria, en el año 37 a.C.

El reinado de Herodes el Grande (37-4 a.C.)

Herodes era hijo de Antípatro, idumeo. Su madre era nabatea. Por tanto, él tenía una lejana descendencia abrahámica, por intermedio de Esaú, llamado también Edom, hermano de Jacob (Gn 25, 30; Dt 23, 8). Nació en Ascalón, que en aquella época era una ciudad griega, a orillas del Mediterráneo. En su formación, por tanto, asimiló la cultura griega. Además, la población de Idumea ya había sido obligada por Hircano a convertirse al judaísmo, aceptando la circuncisión y la anexión a la nación judía. Estas informaciones son importantes para legitimar la autoridad de Herodes delante del pueblo, y llegan a transformarse en una ideología para justificar su poder.

Después de la caída del reino de Judea, en la época del dominio persa, esta región se hizo conocida como 1ª provincia de Transéufrates y, más tarde, como Judea. Para simplificar y al mismo tiempo identificar mejor la tierra del pueblo de la Biblia, la vamos a llamar siempre con el nombre de "tierra de Israel", teniendo presente que, a lo largo de su historia, tuvo nombres diferentes, abarcando diferentes extensiones geográficas. El nombre de "Palestina" le fue dado por los romanos a toda la región a partir del año 132-135 d.C., y no sólo a la faja del litoral ocupada por los filisteos, cuya tierra era ya conocida con este nombre desde el año 1200 a.C. Herodes subió al trono de Jerusalén en el año 37 a.C. y reinó hasta el año 4 d.C. Se casó cinco veces: con Doris, griega, quien le dio el hijo Antípatro III; con Mariamne I judía, nieta de Hircano II, de la que nacieron Aristóbulo y Alejandro; con Mariamne II, judía, hija del sumo sacerdote Simeón, de la que nació Filipo I, llamado también Herodes; con Maltaké, samaritana, de la que nacieron Arquelao y Herodes Antipas; y, finalmente, con Cleopatra VIII, egipcia, de la que nació Filipo II.

En el año 23 a.C. la autoridad de Herodes se extendió sobre la Traconítida o Traconitis, la Batanea y la Avaranítida, y, en el año 20, sobre la Parea. Estas regiones se encontraban en la parte oriental, al este y noreste del Jordán, en la antigua Transjordania, en dirección a Siria.

Herodes, el represor

En el año 31 a.C. Octaviano se hizo cónsul absoluto de Roma, después de haber derrotado a Marco Antonio en la batalla naval de Accio. A partir del año 27 comenzó a llamarse Augusto, asumiendo el título de emperador. Durante su reinado instauró la política de la "Pax romana", según la cual eran eliminados sistemáticamente todos los adversarios del imperio. El objetivo de la política de Augusto era el de aniquilar cada foco de rebelión o perturbación del orden, para garantizar "la paz", es decir, la perpetuación del sistema. Consideró a Herodes como a un "rey aliado", ciertamente a causa de su rígida conducta que correspondía a la política del emperador.

El gobierno de Herodes fue extremadamente represor, dentro de la más perfecta sintonía con la "pax romana" de Augusto. Herodes era, en cierta forma, el "brazo de Augusto" en Judea. En el año 30, Herodes ejecutó a Hircano II, quien gobernara Judea antes de ser depuesto y mutilado por los partos (40 a.C.). En el año 29 ejecutó a su propia mujer, Mariamne I. En los años 9-8 a.C., quiso capturar a un grupo de rebeldes de la Traconítida que había sido acogido por el ministro Sileo, de la Nabatea. Entró en territorio nabateo, causando la rebelión de Sileo, quien se quejó ante Augusto, del cual recibió apoyo. Esto causó grandes estragos en las relaciones de Herodes con Roma, al menos durante algún tiempo. Tal vez para revertir esta situación y mostrar que estaba alineado con la política de Augusto, en el año 7 a.C. Herodes mandó estrangular a Aristóbulo y Alejandro, los dos hijos que había tenido con Mariamne I. Esta crueldad sólo se explica con la ambición por el poder y combina con el perfil de Herodes trazado en el evangelio de Mateo (Mt 2, 1-9).

Herodes, el constructor

Herodes emprendió muchas construcciones en la tierra de Israel tal vez por eso recibió el título de "el Grande", a pesar de haber sido muy cruel. Sus obras más importantes fueron las siguientes: en el año 30 construyó la Fortaleza Antonia, y, en el año 23, el Palacio de la ciudadela alta, donde residía, ambas construcciones en Jerusalén; construyó también, en la capital, tres torres vigía, llamadas por él mismo con los nombres de Mariamne, Fasael e Ipica; en el año 23, incluso, fundó la ciudad de Cesarea, en el litoral marítimo, en homenaje al César, y allí construyó un puerto artificial, pues la costa mediterránea de Israel no tenía puertos naturales; reconstruyó igualmente las ciudades de Antipátrida, en la planicie de Sarón (Hch 23, 31), Fasaélida (o Fasaelis), en el valle del Jordán, y la antigua ciudad de Samaría, que rebautizó con el nombre de Sebaste, que es el correspondiente griego del nombre de Augusto, también en homenaje al emperador. Allí Herodes construyó un templo dedicado al emperador, quien se había declarado "divino".

Las construcciones de Herodes continuaron. Mandó construir en Jericó, junto a un torrente, camino a Jerusalén, un conjunto residencial de tres palacios: uno, de estilo griego, era para la administración y los servicios; otro, de estilo asmoneo, tenía salas de recepción, piscinas y jardines; el tercero, de estilo romano, servía de residencia, con jardines, patios, balcones, salas de recepción, termas, y una gran piscina de 90 x 42 metros para juegos náuticos. Construyó también la ciudadela-fortaleza de Masada -en lo alto de un monte de difícil acceso, próximo al Mar Muerto- y el palacio-fortaleza de Herodion (o Herodium), situado en las inmediaciones de Belén, entre Jerusalén y el Mar Muerto.

La obra más importante de Herodes fue la construcción del Templo de Jerusalén, que había sido saqueado por M. Licinio Craso en el año 54, y que probablemente, en esa misma ocasión, resultó en parte destruido. Herodes inició esta reconstrucción cerca del año 20 ó 19 a.C. Según Jn 2, 20 las obras habrían durado 46 años, lo que sitúa su conclusión por el año 26 ó 27 d.C. ¿Es suficiente esto para imaginar el costo de tantas construcciones? ¡Todo esto exigía del pueblo el pago de impuestos muy elevados!

La fecha del nacimiento de Jesús

Existen diversos indicios históricos de que, en los últimos años del reinado de Herodes el Grande, hubo un censo ordenado por el Imperio romano. El texto de Lev 2, 1-2 hace referencia a un empadronamiento hecho "siendo gobernador de Siria Cirino". Los datos históricos respecto de Cirino lo sitúan entre los años 12 y 6 a.C., aunque Flavio Josefo lo sitúa en el año 6 d. C. Puede haber sido como una reacción a este empadronamiento que más de 6.000 fariseos se negaron a prestar juramento a Augusto, en el año 7 ó 6 a. C. Otra hipótesis es la de que haya habido más de un censo en fechas muy próximas, tal vez complementándose el uno con el otro.

Según la información de Mt 2, 16.19 Herodes murió al menos dos años después del nacimiento de Jesús. Ya que su muerte se dio en el año 4 a.C., se debe concluir que el nacimiento de Jesús sólo puede haberse dado, de hecho, antes de esta fecha, o sea, entre los años 7 y 6 antes de nuestra era.

La reacción popular a la política herodiana

Los 33 años del reinado de Herodes fueron marcados por una total sumisión a los dictámenes de Roma, siguiendo la política de la 'pax romana' y adulando a los emperadores. Antes de Herodes, los romanos estaban distantes, pero no indiferentes ni ausentes a la política de la región de Israel. Herodes el Grande fue el primero en ser considerado "rey" de Judea por los romanos. En su gobierno, la presencia y la intromisión romanas en los asuntos de Israel se volvieron mucho más evidentes. Los judíos no aceptaron pacíficamente esta intromisión extranjera, negándose a prestar juramento a Augusto.

Según Flavio Josefo, fue Saturnino, gobernador de Siria entre el año 9 y 6 a.C., quien hizo el censo de Judea durante el cual nació Jesús. Esta información confirma la fecha del nacimiento de Jesús hasta el año 6 a.C.

La cuenta actual de los años de la 'era cristiana' parte del nacimiento de Jesús, según los cálculos hechos por el monje Dionisio el Pequeño, en el siglo VI. Éste se basó en Lucas para atribuir a Jesús 30 años exactos cuando empezó su ministerio público (Lc 3,23). El "decimoquinto año de Tiberio" (Lc 3, 1), según el calendario romano, corresponde al año 782/783. Así, descontando los 30 años que Jesús ya había vivido, tenemos el año 752/753, el cual fue considerado por Dionisio como el año uno, inicio de la era cristiana. Pero, en el año decimoquinto de Tiberió, Jesús ya debía tener al menos 33 años, tal vez incluso 37. Dionisio erró por poco, con un margen de tres a siete años, como lo demuestra la rebelión de los fariseos en el año 7 ó 6 d.C.

Para seguir la reflexión

• En el imperio romano las personas tenían dificultades: represión del ejército, tributos, corrupción política, asesinatos, religión manipulada, grandes construcciones.

• La pirámide y el imperio romano, ¿nos recuerdan hechos de nuestra sociedad actual?

Leer Lev 2, -7. José y María van a Belén a inscribirse en el censo, que era una exigencia del imperio romano para el cobro de los tributos.

EL IMPERIO ROMANO: LA PIRÁMIDE DE LA OPRESIÓN

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1. 1. ISRAEL Y AMERICA LATINA, HERMANOS EN LA BÚSQUEDA DE LA LIBERACIÓN


La tentación de dominar a personas, grupos, sociedades y pueblos es una realidad tan antigua como la existencia del ser humano. Israel y América Latina, desde sus orígenes y hasta hoy, viven períodos más o menos intensos de dominación por parte de grupos alineados con los intereses propios y de afuera y con la dominación exterior:

Retomando el camino hecho

Israel fue dominado por varios imperios extranjeros cuando aún no se había constituido como pueblo, en el tiempo del Nuevo Imperio Egipcio (1552-1070 a.C.). Asiria, a partir del año 722 a.C., arrasó el reino de Israel, en el Norte. Luego Babilonia, en el año 587/6 destruyó el reino de Judá, en el Sur, sucediéndole Persia, en el año 538 a.C. Pasaron un poco más de 200 años e Israel experimentó el dominio de los griegos en el año 333 a.C. Fue un período marcado por la sucesión de dominadores, cada uno de ellos queriendo "meter la mano" en aquella tierra. El pueblo quedó como "pelota", ora en las manos de uno, ora en las manos del otro. Con la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a.C., Israel pasó a manos de los generales: primero fueron los Ptolomeos o Lagidas de Egipto, después, en el año 198 a.C., los Seléucidas de Siria. Y, por último, cayó en las manos de los romanos.

El período griego trajo tiempos difíciles para Israel

Hubo muchos conflictos entre los que defendían la fidelidad a la Torá, y los que pretendían' "helenizar" el judaísmo, esto es, incorporarlo a la cultura griega. Éste intentó varias veces imponerse por la fuerza y por el autoritarismo de los tiranos de la época. En este contexto surgieron escritos de resistencia a la cultura extranjera, como los de Tobías y de Ester, y otros de apoyo o apertura a la nueva cultura, como los de Judit y del Eclesiástico o Sirácida.

A partir del año 167 a.C., Israel comenzó a ensayar una relativa autonomía política con los Macabeos, la misma que se mantuvo hasta el año 63 a.C. En ese período, sobre todo en tiempos de Jonatán (160-143 a.C.) y de Juan Hircano (134-104 a.C.), Israel consiguió extender nuevamente su dominio sobre los territorios de las antiguas tribus, enfrentando los intereses de los reyes vecinos de Damasco, en el norte, y de Nabatea, más al sureste. De todos modos, Jerusalén aún permanecía como último reducto seléucida hasta el año 141 a.C, cuando Simón Macabeo la conquistó definitivamente (1M 13,51). A partir de ahí fue más amplia la autonomía religiosa, pero la independencia política de otros países dio lugar a la lucha por el poder sobre Jerusalén. En estas intrigas políticas, la influencia de Roma en los asuntos de la tierra de Israel, centralizada en Judea, fue manifestándose cada vez más claramente sobre la región. Hoy esta experiencia se repite de una forma mucho más subliminal y sofisticada en relación con el dominio de los países del primer mundo sobre los demás.

Los legisladores por el siglo I a.C., los sumos sacerdotes del Templo dan legitimidad a los que ejercen en Jerusalén cedieron a la línea del poder político y de los Seléucidas, que tendían helenizar el judaísmo de los elegidos. Llegaron a ofrecer, en una política de alineamiento el Templo. Sacrificios a Zeus, el dios supremo internacional. Pero el pueblo ganó fuerza económica con la revuelta de Matatías, en el año 167 a.C. El país es soberano, sus hijos, después tratan de sustraer al país de una determinada línea pro helenista. Quien paga la ayuda militar es siempre el pueblo. Aliados militares romanos, de afuera, hacen posible a los Macabeos hacer prevalecer la línea anti-helenista. Así Israel tuvo una relativa autonomía religiosa y política respecto de los últimos Seléucidas, que aún intentaban mantener su dominio sobre la región.

Pero la rebelión de Matatías y de sus hijos provocó la reacción de los partidarios del helenismo. En el año 161 a.C., el sumo sacerdote Alcimo trató de impedir el avance de la rebelión macabea, pidiendo ayuda a Demetrio I Soter, rey sirio de la línea seléucida, para luchar contra Judas Macabeo, el líder de la rebelión (l M 7 Y 8). Este a su vez, en el año 160 a.C., pidió ayuda militar a los romanos, quienes vinieron en su auxilio, asegurando a los rebeldes el control de la región. En el año 144, bajo el liderazgo de Jonatán Macabeo, hermano de Judas, esta alianza con Roma fue confirmada (1M 12, 1-4).

Más tarde, con Simón, otro hermano de Judas, la alianza fue rearmada, incluyendo la cooperación de Esparta, Grecia (1M 14,16-24; 15, 15-21). De esta manera el imperio romano se mostraba un socio importante en el proceso de liberación de Judea, apoyando siempre que fuera necesario. Esta "amistad" con Roma no causó problemas hasta el momento en que subió al trono romano el general conquistador Pompeyo (66-62 a.C.).

Llegando solapadamente

Desde el año 148 a.C., los romanos ya venían transformando las antiguas naciones, antes dominadas por el imperio helénico, en provincias romanas. Así sucedió con Macedonia (148 a.C.), con Asia (Pérgamo), con el centro-oeste de la actual Turquía (129 a.C.), con Creta, en el Mediterráneo, y con Cirene en África (67 a.C.). Pompeyo conquistó el Ponto y Bitinia, en el norte de la actual Turquía (66-65 a.C.) y la propia Siria (64 a.C.), transformándolas en provincias romanas. Finalmente, en el 63 a.C., le llegó el turno a Israel. Los romanos fueron para quedarse, pero no como invitados, sino como dueños de la situación.

La dominación romana en Israel se extendió más allá del período bíblico. El vasto imperio romano comenzó a entrar en decadencia a partir del siglo IV de nuestra era. Desde el punto de vista del estudio bíblico, sin embargo, podemos detenemos en el año 135 d.C., fecha límite del período 'bíblico', esto es, cuando todos los escritos bíblicos ya tenían su forma definitiva de redacción como la que han conservado hasta hoy.

En el presente estudio vamos a ver los primeros 90 años del período romano, que van desde la toma de Jerusalén por parte de Pompeyo en el 63 a.C., hasta el inicio de la predicación pública de Jesús, que se dio probablemente en el año 27 ó 28 d.C. Adoptamos esta división cronológica porque así cerramos el Antiguo Testamento y dejamos abierta la puerta para entrar en el Nuevo. Los estudiosos de la Biblia llaman estos años con el nombre de "período intertestamentario", justamente porque en él se dio el paso del Antiguo al Nuevo Testamento. Su comprensión nos permitirá situar mejor en la historia la persona y la obra de Jesús y de sus seguidores. El restante período de la dominación romana, desde el año 27 d.C. al 35 d.C., se verá en los próximos estudios.

Para continuar la reflexión

• En nuestra vida diaria, ¿sentimos la opresión económica, política, cultural?

• ¿Tenemos hechos que nos sucedieron a nosotros que comprueban esta opresión?

Leer Tb J, 9-20. Tobías, un judío exilado en Asiria, lucha contra la dominación y persiste en vivir la fe judía.

• En nuestra vida, ¿encontramos situaciones parecidas a la de Tobías?

• La opresión económica, política, cultural, etc., ¿trae dificultades a nuestra vida cristiana?

• ¿Cómo podemos superar estas dificultades?

sábado, 8 de agosto de 2009

DIOS ACTUARA TRAYENDO LA PAZ


Simón fue el último hijo del sacerdote Matatías. Juan Hircano, su hijo, lo sucedió en el poder; continuando la dinastía que llega hasta el año 40 a. c., con Hircano II. Con el permiso de Roma desde el año 63 a. c., el gobierno de Judea se había convertido en una concesión. Los escritos bíblicos de este periodo tienen un cuño apocalíptico.

Dinastía de los Asmoneos: 134 - 37 a.C.

Simón Macabeo comenzó una nueva época. Recuperó la independencia de Jerusalén y de Judea. Conquistó Jerusalén, que se había vuelto casi en un símbolo de la potencia seléucida en medio del pueblo judío. Se convirtió en fundador de una nueva dinastía: los Asmoneos. El nombre "asmoneo" es de origen hebreo y fue dado por Flavio Josefo a los descendientes de Simón Macabeo. Los Asmoneos mantuvieron el poder supremo sobre Judea, desde la muerte de Simón (134 a.C.) hasta la conquista de Jerusalén por Herodes el Grande, en el 37 a.C. Esta dinastía prosperó hasta Alejandra Salomé en el año 67 a.C. Luego se dividió en dos facciones rivales: de un lado Hircano II y, del otro, Aristóbulo n. Hircano II comenzó a gobernar en el 67 a.C., pero fue depuesto por Aristóbulo Il, que tomó el poder y gobernó del 67 al 63 a.C. Pompeyo depuso a Aristóbulo II y nombró a Hircano II, que gobernó del año 63 hasta el año 40 a.C. En el mismo año, los Partos dominaron la región y nombraron a Antígono, sobrino de Hircano n, rey y sumo sacerdote de Judea, pero esto no duró mucho tiempo. En el 37 a.C., Herodes el Grande venció a Antígono en la disputa por el poder sobre Judea.

Vamos a conocer con más detalles esta historia. La cronología nos ofrece la secuencia de la dinastía asmonea que, a partir de Aristóbulo I, se arrogó el título de "reyes":

• Juan Hircano 1: 134-104 a.C.

• Aristóbulo I: 104-103 a.C.

• Alejandro Janeo: 103-76 a.C.

• Alejandra: 76-67 a.C.

• Aristóbulo II: 67-63 a.C.

• Hircano II: 63-40 a.C.

Juan Hircano I: el sacerdote comandante (134-104 a.C.)

Conocido también como Hircano I, sucedió a su padre, Simón Macabeo, en el año 134 a.C. (1M 16, 19-24). Ya se había destacado en la batalla contra el seléucida Cendebeo (1M 13,53; 16,1-10) y continuó la expansión de su territorio en Transjordania, al sur de Cisjordania, y en la región costera.

En Transjordania, Hircano conquistó Mádaba después de un largo asedio. Se apropió de Samara, alcanzando la vía internacional que unía Elat, al sur del mar Muerto, con Damasco, al norte. Hircano ya tenía el control de la vía Maris, otra vía internacional de Cisjordania, que une el sur con el norte. Esto le facilitó el control comercial sobre las mayores rutas de comunicación que pasaban por el territorio de Judá.

En ldumea, conquistó las ciudades de Hebrón, Adora, Engadi y Marisa. Estos pueblos fueron obligados a aceptar la religión de los judíos y, en pocos años, se integraron a la nación judía. Con esta conquista, los confines territoriales de Judea llegaron a Bersabá y Orda.

En la región central de Samaría, Hircano I se apoderó de la ciudad de Siquén. Destruyó el templo de los samaritanos sobre el monte Garizim, en el 128 a.C. Estos, sin embargo, no aceptaron el judaísmo y conservaron su identidad. Sólo un pequeño distrito de Samaría fue integrado al territorio de Judea.

En la región costera, Hircano retomó las ciudades de Joppe, Gaza y algunos puertos "como el de Apolonia y Yamnia. Antes de su muerte, se apoderó también de la ciudad de Azoto. Hacia los años 108-107 a.C., Hircano comenzó a cercar la ciudad de Samaría. El asedio de Samaría fue largo y difícil, pero, finalmente, logró quebrar la resistencia. Destruyó la ciudad y exiló a sus habitantes. El libro de Judit es probablemente de esta época y no del tiempo de Nabucodonosor, como el mismo libro señala. La narrativa gira en torno a la ciudad de Betulia, historia muy parecida a lade Bet-EI (ciudad de Dios), sinónimo de Judea.

Otro aspecto que llama la atención son los límites territoriales descritos en el libro de Judit, que corresponden a los límites de Judea en tiempos de Hircano I, antes de la toma de Citópolis (Tdt 1,8-9; 2,28; 3,9s; 4,4. 6; 7,3). En el período de Hircano I, se constituyeron dos grupos: fariseos y saduceos. Ambos tenían la preocupación por la observancia de la Ley, aunque los saduceos fueran más liberales e inclinados a una política de tipo helenista. Los fariseos aparecen, a plena luz, bajo Juan Hircano I, como un grupo que no discute la soberanía del monarca, sino su dignidad como sumo sacerdote. El estilo político del rey y su interés por el poder provocaron la oposición de los fariseos en Judea.

Aristóbulo I: ambición y crueldad (104-103 a.C.)

Juan Hircano I murió en el 104 a.C., pero antes había designado a su esposa como responsable del gobierno. Sin embargo, Aristóbulo., su hijo, le arrebató el poder por un año, y se proclamó rey. Aunque las monedas no le hayan atribuido este título, al cambiar su nombre Judá del griego al hebreo, entró en la historia como Aristóbulo I (l04-103 a.C.). Puso a su madre en prisión, la dejó morir de hambre y apresó a sus cuatro hermanos.

A pesar de su breve reinado, tuvo éxito en la batalla contra los Itureos. Extendió su influencia sobre Samaría y Bet-Seam. Obligó a una parte de la población de Galilea a obedecer a las leyes del culto ob­servado en Jerusalén e impu­so la circuncisión. Luego de la muerte repentina de Aristó­bulo 1, su esposa, Alejandra Salomé, liberó a sus herma­nos. Nombró a uno de ellos rey y se casó con él. Era Ale­jandro Janeo (l 03-76 a.C.).

Alejandro Janeo: despotismo y decadencia (103-76 a.C.)

Hijo de Hircano I, hermano de Aristóbulo 1 y sucesor de éste en el gobierno de Judea. Tenía un carácter ambicioso, persistente y violento y era un hábil militar. Reconquistó, por medio de numerosas campa­ñas militares, muchos territo­rios del antiguo reino de Israel y de Judá, desde el territorio de Siria y de Cisjordania hasta el de Idumea y Transjordania, de la región de los nabateos hasta el este en las proximidades del nacimiento del río Jordán. Para esto, enfrentó a muchos enemigos externos, sobre todo los reyes seléucidas y naba­teas. No tuvo, sin embargo, el mismo éxito internamente, y enfrentó varios conflictos con los miembros de la dinastía rei­nante, los secuaces saduceos y los fariseos, el partido de oposición. No era bien acep­tado por la población de Jeru­salén, por su despotismo y su indiferencia religiosa.

Se le atribuye a Alejandro Janeo la fundación de famosas fortalezas, como la de Maqueronte, quizá Massada y otras. Éstas sirvieron de puntos estratégicos para su defensa con­tra los nabateos y se hicieron famosas en tiempos de Hero­des el Grande (37-4 a.C.), que las convirtió en castillos forti­ficados con algunas construc­ciones espléndidas anexas.

Alejandro Janeo se atribu­yó la dignidad de "rey de los judíos", según lo indican las monedas que mandó acuñar en bronce, pero sin tener tal derecho hereditario. La vio­lencia, el terror y las guerras eran más para mantener a Judea bajo su dominio; por esto, vivía rodeado de peligros y amenazas, pero no sucumbió por los adversarios, ni por sus errores, sino por el vicio del alcoholismo, según informa­ciones de Flavio Josefa. Mu­rió en el año 76 a.C., a los 49 años.

'La paz de la reina Alejandra Salomé (76-67 a.C.)

Alejandra Salomé era viuda de Aristóbulo 1, hermano de Alejandro Janeo, quien se convirtió en su segundo marido. Su doble nombre griego y he­breo y el cargo político que ocupó hacen pensar que fue­ra de familia noble, de ascen­dencia asmonea o sadiquita.

Salomé gobernó de 176 al 67 a.C. Mantuvo buenas relacio­nes con los fariseos. Aseguró su autoridad y el pueblo vivió un tiempo de paz. Confió a su hijo mayor, Hircano II, el car­go de sumo sacerdote, que ella no podía ejercer legalmente. Mantuvo el Estado asmoneo sin emprender guerras y no dejó que la oposición de sus hijos llegara a un conflicto abierto en la lucha por el po­der, a pesar del aumento de las amenazas externas. Con la muerte de la madre, Hircano II asumió el gobierno por poco tiempo (67 a.C.). Lo perdió, luego, ante su hermano Aristó­bulo II (67-63), favorecido por Roma, a quien éste había pe­dido ayuda.

Aristóbulo II: sumisión al poder romano (67-63 a.C.)

Aristóbulo II logró arreba­tar el poder de manos de su hermano Hircano II con el apoyo de los saduceos, pero no pudo impedir la entrada de Pompeyo en Jerusalén. Éste la cercó y construyó rampas para facilitar el acceso 21: la parte alta de la ciudad, donde estaban el Templo y el pala­cio. Después de tres meses, venció la resistencia y entró en la ciudad en sábado. Invadió el Templo y entró hasta el Santo de los Santos. Aunque sin dañarlo, el gesto fue con­siderado como una profana­ción a los ojos de los justos.

Aristóbulo se presentó en el campamento de Pompeyo y se entregó, considerado un prisionero fue deportado a Roma junto con su hijo Antígono. A partir del año 63 a.C., Roma comenzó a dominar la región, nombrando a los reyes y sumos sacerdotes y exigiendo el pago de tributos.

Hircano II: humillación y dolor (63-40 a.C.)

Pompeyo nombró a Hircano II sumo sacerdote y gobernador de Judea. En realidad; quien gobernaba era Antípater, su ministro, que fue asesinado en el 43 a.C. Por poco tiempo, los Partos dominaron la región y constituyeron a Antígono sumo sacerdote y rey (40-37 a.C.). Hircano II fue destituido de sus funciones y mutilado. Herodes, hijo de Antípater, huyó a Roma, pero en el 37 a.C., retornó y disputó el poder sobre Judea con Antígono. Herodes salió victorioso.

Escritos de la época de los Asmoneos

En el período de los Asmoneos nacieron algunos escritos que muestran todo el conflicto entre los judíos arraigados en sus tradiciones religiosas y los autores de la helenización. Son los libros de Daniel y 1 y 2 Macabeos. En el libro del profeta Isaías, los capítulos 24-27 y 34-35 ya presentan una perspectiva apocalíptica, probablemente de este período.

La apocalíptica: los secretos de la justicia divina

La palabra "apocalíptica" viene del griego "Apocalipsis", que significa "revelación". En el tiempo de los Seléucidas comenzaron a surgir escritos de cuño apocalíptico. En un contexto de conflicto, persecución y brutalidad, en que la vida era amenazada, estos escritos comparten algunas características: se trata de hechos escondidos a los ojos de la mayoría, pero revelados por Dios a una persona. Tales escritos se atribuyen a una persona importante para subrayar la relevancia de la revelación y hablan del cosmos, de la historia y del destino del pueblo de Dios. La intervención de Dios se da en el "Día del Señor", cuando se manifestará el Hijo del hombre en su gloria. En la perspectiva profética, la historia puede ser transformada; en la apocalíptica no, se trata de un corte radical. Es una visión más pesimista del mundo, dividido entre buenos y malos. Los buenos son poco expresivos e incapaces de actuar, pero tampoco impiden la acción de Dios y son salvados por su intervención. El fin se espera con ansiedad y se describe con colores muy vivos y catastróficos. Todo esto es proyección de la angustia que este pequeño grupo vive en su contexto histórico.

La apocalíptica se manifiesta mediante descripciones, y no por anuncios, como el mensaje profético. Ésta llega de símbolos, visiones, números e imágenes que nadie puede descifrar, excepto Dios o el Hijo del Hombre o a quien éste lo revele. Sin embargo, puede atribuírsele un cierto carácter de profecía a la apocalíptica, una vez que ésta induce a las comunidades resistir a la opresión y les despierta la esperanza. El libro de Daniel presenta muchas de estas características.

Daniel: siempre es posible ser fiel a Dios

En la Biblia hebrea, el libro de Daniel no está clasificado entre los libros proféticos, sino entre los escritos sapienciales. El personaje principal es presentado como un sabio (1,20; 2,23) que hace una lectura tea lógica y apocalíptica de la historia. La obra está escrita en tres lenguas diferentes: hebreo (1,1-2,4; 8-12), arameo (2,4b-7,28) y griego (3,24-90; 13-14), Y puede dividirse en dos partes: de 1-6 cuenta la historia de Daniel y de sus compañeros en la corte de Babilonia; y de 7-12 presenta cuatro visiones, narradas en primera persona y explicadas por un ángel. El libro refleja, de forma viva, el contexto histórico conflictivo del período de los Seléucidas.

En el capítulo 7, las cuatro bestias son interpretadas unánimemente por los estudiosos como símbolos de los imperios de Babilonia (león), de los Medos (oso), Persia (leopardo) y Macedonia (animal con diez cuernos). Este último animal (Dn 7,1-28) es identificado con los diez reyes de la dinastía seléucida. El cuerno es interpretado normalmente como signo de fuerza y poder. El autor del libro de Daniel describe este cuarto animal como feroz: "Después seguí mirando, en mis visiones nocturnas, y vi una cuarta bestia, terrible; espantosa, extraordinariamente fuerte; tenía enormes dientes de hierro; comía, trituraba y lo sobrante lo pisoteaba con sus patas. Era diferente de las bestias anteriores y tenía diez cuernos. Estaba yo observando los cuernos, cuando en esto despuntó entre ellos otro cuerno, pequeño, y tres de los primeros cuernos fueron arrancados delante de él. Tenía este cuerno ojos como los de un hombre, y una boca que decía grandes cosas" (Dn 7,7-8).

Daniel, en esta obra, es un representante autorizado del pensamiento judío Palestina de la primera mitad del siglo n a.C. El autor debe haberse servido de escritos anteriores, para aplicarlos a sus contemporáneos. Quiere mostrarles que un judío piadoso, aun en la persecución, puede ser fiel a sus tradiciones religiosas y a sus prescripciones alimenticias (Dn 1-6). Además pretende mostrar que también las pruebas pueden superarse con la ayuda de Dios (Dn 3,24-90).

2 Macabeos: el judaísmo resiste a la dominación helénica

2 Macabeos narra acontecimientos que van del 175 al 160 a.C. El autor parece tener una sólida formación helenista, aunque permanece como un ardoroso judío, porque se refiere a Dios con mucha frecuencia. Narra los hechos de los Macabeos, que pueden presentarse en tres partes: 1¬7: las intrigas entre los sumos sacerdotes israelitas y los reyes de Siria, la persecución de Antíoco IV Epífanes, el martirio de Eleazar y de la madre con sus siete hijos; 8,1-10,9: la rebelión de los Macabeos, las primeras victorias, la muerte de Antíoco IV Epífanes, la purificación del Templo; y 2M 10,10-15,36: las luchas de Judas Macabeo. El libro concluye con un epílogo en 15,37-39.

Toda la obra es una confrontación entre la cultura y las tradiciones religiosas judías y helénicas. La mayor oposición ocurrió en el período de Antíoco IV Epífanes. Éste fue acusado de soñar con cosas absurdas: "Así pues, Antíoco, llevándose del Templo mil ochocientos talentos, se fue pronto a Antioquía, creyendo en su orgullo que haría la tierra navegable y el mar viable, por la arrogancia de su corazón (2M 5,21).

1 Macabeos: la ley de Dios es fuente de felicidad

1 Macabeos comienza con una rápida mención a Alejandro Magno, a sus conquistas, a su muelle y a la división de su reino. En seguida, narra los hechos de la coronación de Antíoco IV Epífanes, en el año 175 a.c., y va hasta la muelle de Simón Macabeo, en el 134 a.C. Después de hablar de la situación de Judea (1-2), presenta a Matatías, la deflagración de la lucha de resistencia y su continuación, sucesiva, por sus hijos: Judas (1 M 3,1¬9,22), Jonatán (9,23-12,54) y Simón (13-16).

El autor del libro cree que la felicidad sólo es posible por la observancia fiel de la Ley. Para esto, es necesario rechazar las costumbres paganas. Sólo de esta forma los judíos disfrutarán de los beneficios de la Alianza y podrán esperar la intervención de Dios a su favor y en contra de los enemigos, y saldrán victoriosos.

Salmos 1; 150: oír al Señor día y noche

El salmo 1 hace palie de los salmos de instrucción, en los cuales la Torah ocupa un lugar privilegiado: "Dichoso el hombre que [...] se complace en la ley de Yahvé, su ley susurra día y noche" (vv. 1-2). Al camino del justo, según la Ley de Dios, el salmista contrapone a los impíos que "son como paja que se lleva el viento [...], no resistirán el Juicio" (vv. 4-5).

El salmo 150 hace palie del primer grupo: los salmos de alabanza. Es el último del salterio. El salmista invita a todos los seres vivos, e incluso a los mismos instrumentos musicales, a alabar a Dios: "Alaben a Dios en su santuario, alábenle en el firmamento de su fuerza, alábenle por sus grandes hazañas, alábenle por su inmensa grandeza. Alábenle con clangor de cuerno, alábenle con arpa y con cítara" (vv. 1-3). Dios no se confunde con el universo, pero es su creador, por esto merece ser alabado. Dioses el Señor de la historia del universo y de todos los pueblos y debe ser alabado.

El libro de los Salmos

Los 150 salmos abren el bloque de los Escritos en la Biblia hebrea. Nacieron en contextos y épocas diferentes, en forma de oraciones individuales o colectivas. Reflejan los más diversos sentimientos y situaciones vividos por el pueblo de la Biblia: alegría y tristeza, angustia y paz, venganza y perdón, alabanza y lamentación, derrota y victoria, etc. El libro de los Salmos normalmente se divide en cinco bloques, a ejemplo dé los cinco libros de la Torah: 1-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. Cada uno de estos bloques termina con una fórmula litúrgica de alabanza a Dios (cf. 42,14; 72,18; 89,53; 1 06,48) y el mismo salmo 150, que es una doxología un poco más extensa.

En los salmos aparecen nombres conocidos en otros escritos bíblicos, como David, Salomón, reyes de Israel; Asaf, nombre de un cantor que debió de haber vivido antes del exilio y aparece en los libros de Esdras y Nehemías (Esd 2,41; Ne 7,44); Coré, habitante de Jerusalén, citado en l Cr 09,19. En cuanto a los temas, pueden clasificarse en: salmos de alabanza; salmos de petición de socorro, de confianza y de acción de gracias, y salmos de instrucción. Los salmos de alabanza se usan normalmente en el servicio litúrgico y se ejecutan en las grandes fiestas. Son himnos que enaltecen al Dios de la Alianza (Sal 8; 103; 117; 135; 145-150); cánticos que exaltan el reinado de Dios como Señor y juez de Israel y de todos los pueblos (Sal 93; 96-99); cánticos que enaltecen a Jerusalén y su templo (Sal 46; 48; 76; 84; 132); Y salmos que celebran al Señor, rey del universo (Sal 2; 18; 72; 110).

Los salmos de petición de socorro, oraciones de confianza y de acción de gracias individuales o colectivas constituyen la mayor parte del salterio. Citamos sólo algunos ejemplos (Sal 22' 26' 30' 31' 54' 55' 56; 60; 61; 69; 90; 116). Los salmos de instrucción buscan dar alguna enseñanza, como los salmos 78; 105; 106. También aparecen en algunas liturgias (Sal 15; 24; 134) y otras veces en forma de exhortaciones proféticas (14; 50; 52; 75; 81) o de instrucción propiamente dicha (Sal 1; 37; 119; 139). Una orientación de orden práctico para el manejo de la Biblia con respecto a la numeración de los salmos: los libros litúrgicos siguen la numeración de los salmos de la Biblia griega y latina, mientras las traducciones actuales siguen la numeración de la Biblia hebrea, poniendo al lado o entre paréntesis el número de la Biblia griega. Por ejemplo: Salmo 26 (25). El número 26 es el de la Biblia hebrea y el que está entre paréntesis (25) es de la Biblia griega. Para facilitar la identificación de los salmos, veamos cómo se corresponden:

Estos son los salmos incluidos en el libro de los Salmos, pero hay muchos otros regados por toda la Biblia, como Ex 15,1-21; ls 12, 1-6; 26,1¬19; 38,1 0~20; Na 1,2-8; Jn, 3-10; Hb 3,1-19; Lm 5; Tb 13;' Lm 1,46-55; 68-73. Son verdaderos salmos que nacen no sólo en un contexto cultual, sino en los acontecimientos de la historia, por medio de los cuales el pueblo percibe y alaba a Dios presente en ella.

Escritos sobre la época

1 Macabeos 13-16 narra el período de Simón, sumo sacerdote y gobernador de Judea del 143 al 134 a.C. Tuvo éxito en sus empresas en defensa del territorio de Judea y en sus conquistas. Fue asesinado en una celada armada por su propio yerno, Tolomea. Pero Juan Hircano 1, hijo de Simón, asumió el poder. Mantuvo buenas relaciones con Macedonia y Roma, con las cuales sus padres habían hecho alianzas (1M 14,16-24; 15,15-24).

Eclesiástico 50 hace un elogio al sacerdote Simón, que se preocupó por restaurar el Templo, fortificar el santuario y la ciudad y por evitar la ruina del pueblo. El autor hace una letanía de elogios a la persona de Simón: "¡Qué glorioso era, rodeado de su pueblo ( ... ] como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna llena, como el sol que brilla sobre el Templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de gloria ( ... ]. Y suplicaba el pueblo al Señor Altísimo, orando ante el Misericordioso, hasta que terminaba la ceremonia del Señor y concluía su liturgia. Entonces bajaba y elevaba sus manos sobre toda la asamblea de los hijos de Israel, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su nombre" (Eclo 50,5-7.19-20).

Conclusión: el Dios UNO resiste a todos los ídolos

El período de la dominación helenista fue uno de los más largos, del 333 al 63 a.C. Sólo terminó cuando sobrevino el poder romano. Dejó marcas, profundas en la historia del pueblo de la Biblia. Este período inició con Alejandro Magno en el 323 a.C., y con su muerte el reino se dividió entre cuatro generales. Los Tolomeos quedaron con la región de Canaán y a ellos sucedieron los Seléucidas. En este período, hubo una gran confrontación entre las dos culturas, helenista y judía. La manzana de la discordia, de la helenización masiva promovida por Antíoco IV Epífanes, fue su imposición cultural y religiosa. Arraigado en el monoteísmo, el pueblo judío reaccionó al politeísmo y a las prácticas religiosas paganas: el culto a los ídolos y la prostitución sagrada con orgías y banquetes rituales (2M 6,2¬11.18-31).

La comunicación intensa que había entre Judá y la comunidad judía en Alejandría, en tiempo de los Tolomeos, no pudo continuar bajo el dominio de los Seléucidas. Esto dificultó aún más las relaciones entre dominadores y dominados, levantó sospechas e hizo que el movimiento de los judíos a favor de la helenización encontrara apoyo junto al rey (1 M 1,41-51).

Gran parte de estas dificultades fue causada por motivos económicos anteriores a Antíoco IV Epífanes, como la apropiación indebida del tesoro del Templo y las deudas que Seleuco rn había contraído con Roma. Esta actitud fue interpretada por los judíos como un sacrificio y entre los helenistas se le consideraba un préstamo forzado. Otro motivo de confrontación pudo haber sido la diversidad de concepciones de la vida, del mundo y de la historia. Eran culturas con visiones muy diferentes.

Para continuar la reflexión

  • ¿Hemos pasado alguna vez por un gran peligro, opresión o sufrimiento? ¿Qué Sucedió?

  • ¿Qué sentimos cuando termina una situación que nos afligía?

  • Leer Is 26,1-13 y dialogar. En este libro, hemos conocido la vida del pueblo de Israel en el último siglo antes del nacimiento de Jesús. El texto de Isaías que acabamos de leer, ¿tiene alguna relación con la espera del Mesías?