Los primeros escritos bíblicos.
Es muy probable que al final del período tribal hayan comenzado a surgir los primeros escritos de la Biblia. Son todavía pequeños textos que fueron retocados repetidas veces en el transcurso de los años y luego integrados en los libros que hoy conocemos. Podemos citar como probables escritos de la época tribal los siguientes:
“Cántico de Débora” (Jue 5).
En el libro de los Jueces, el “Cántico de Débora” es considerado el texto más antiguo. Celebra la victoria del Señor concedida a las tribus, por medio de la Jueza Débora y del comandante Baraq, sobre el ejército de Sísara de Jaróset-Haggoyim, al noreste de la planicie de Yizrael.
Decálogo o Diez Palabras (Ex 20, 1-21).
El Decálogo es un texto muy antiguo, por sus semejanzas con textos legislativos del segundo milenio a.C. Y por su forma literaria en la segunda persona del singular, muy semejante a las listas de prohibiciones que regulaban el acceso al templo en los lugares sagrados egipcios. De la misma manera los hebreos encontraban en el Decálogo las condiciones para su participación en el culto. A Dios le debían fidelidad, rechazando los dioses paganos, realizando el culto sin imágenes, respetando el nombre de Dios y el sábado. En relación con el prójimo, debían respetar a los padres y la vida (no matar, no cometer adulterio) y evitar el falso testimonio y la concupiscencia.
El Decálogo es de fundamental importancia para la orientación de la vida y de las relaciones con Dios y con los demás. Conocemos al Decálogo con el nombre de Diez Mandamientos.
Código de la Alianza (Ex 20, 22 – 23, 19).
El Código de la Alianza es una aplicación práctica del Decálogo. Trae leyes y costumbres muy antiguos, que reflejan la fase inicial de la vida tribal, cuando había todavía la orientación de los ancianos, anteriormente a los Jueces. Nombraba el derecho general y civil (Ex 21, 1 – 22, 20), las reglas para el culto (Ex 20, 22-26; 22, 31; 23, 10-19) y la moral social (Ex 22, 21-27; 23, 1-9).
Salmos.
Algunos Salmos parecen reflejar este período (19, 2-7; 29; 68; 82; 136). (Se hará un ejercicio leyendo estos Salmos y recordando el contexto histórico del período tribal hasta la confederación de las tribus de Israel.
Textos bíblicos sobre el período tribal.
La mayoría de los textos bíblicos que tratan de la época tribal fueron escritos posteriormente a este período. En algunos casos, pasaron incluso más de 600 años para que alguien escribiese algunas de estas narraciones. No es posible establecer fechas exactas de redacción para todos los textos bíblicos. Se intentará tan sólo mostrar, a continuación, algunos ejemplos de cómo el período de las tribus interesó a mucha gente, incluso mucho tiempo después, particularmente cuando en las redacciones finales fueron incluidas en los textos memorias de este período. Estas inclusiones ocurren a veces en las narraciones sobre períodos que anteceden al propio período tribal (cfr. Dt 31-34).
Textos que tratan de la época del gobierno de los ancianos.
El inicio de la vida tribal es recordado en algunos textos del Deuteronomio, del Eclesiástico (o Sirácides) y de Josué. En tales textos encontramos referencias a la primera fase del tribalismo, en la que el gobierno del pueblo estaba distribuido entre los ancianos (jefes de familia) y clanes, en cada tribu (cfr. Dt 31, 28). Los textos aluden a la fidelidad a la ley y a la alianza, y a las costumbres religiosas, agrícolas y tecnológicas de cada tribu (Deuteronomio); destacan a algunos líderes (Eclesiástico) y narran luchas de conquista (Josué).
En el Deuteronomio, los textos que hablan de este período tribal se hallan en los cuatro capítulos finales (31-34), que forman una especie de conclusión general del conjunto del Pentateuco. Reúnen tradiciones de orígenes y épocas diferentes. Las características de la vida tribal están insertadas en un contexto de recordación de la despedida y muerte de Moisés. Fueron añadidos al Deuteronomio en la última redacción del Pentateuco, alrededor del años 445 a.C.
El libro del Eclesiástico 46, 1-10 presenta a Josué como sucesor de Moisés en el oficio profético (v.1), y habla elogiosamente de Caleb, porque caminó en seguimiento del Todopoderoso (v.7).
En el libro de Josué, el autor presenta la conquista de la tierra de Canaán desde los preparativos (1-2), al cruce del Jordán (3, 1 – 5, 12), a la conquista de Jericó (5, 13 – 7, 26), a la toma de Ay (8, 1-29), al tratado entre Israel y los gabaonita (9, 1-27), a la coalición de los cinco reyes amorreos y hasta la conquista del Sur (10, 1-43) y del Norte de Canaán (11, 1 – 12, 24).
El último discurso de Josué (Jos 23) constituía la conclusión de la primera redacción del libro. Léalo usted, y observe las semejanzas que tiene con el último discurso de Moisés (Dt 31), la despedida de Samuel (1 Sam 12), el testamento de David (1 Re 2, 1-9) y las últimas palabras de Matatías (1 Mac 2, 49-68).
La narración de la asamblea de Siquém (Jos 24) debe haber sido añadida durante el exilio o después de éste, pero la tradición que ella refiere es muy antigua. Josué presenta a las tribus las intervenciones del Señor en favor del pueblo en la experiencia del Éxodo y en su revelación en el Sinaí. Todas las tribus que no hicieron estas experiencias asumieron como suya la experiencia vivida por algunas. Todas juntas hicieron un pacto de fidelidad al Señor, llegando a ser el pueblo escogido por Dios.
Textos que tratan de la fase final, bajo el gobierno de los Jueces.
Los demás textos sobre el período tribal hacen alusión a las reglas relativas a la guerra santa, a la repartición del botín, a la división de la Tierra Santa y a ciertas costumbres de las tribus (Números y Josué); y presentan a las tribus siendo gobernadas por los Jueces, hasta el último (Samuel), antes de que pasaran al régimen monárquico (Jueces). Son textos que reflexionan sobre ésta época: Números, Josué, Jueces.
Núm 31-32 presentan las guerras que las tribus enfrentaron; Núm 33, 50-56 da la descripción de las fronteras; Núm 35 habla de la parte que le tocó a los levitas; Núm 36 trata de la herencia de la mujer casada.
Jos 13, 8-33 retoma Núm 32, añadiendo nombres de lugares, y hace una descripción de las tribus en la región de Transjordania, aunque sin dar sus delimitaciones; Jos 14-17 describe las fronteras de las tres grandes tribus del Centro y Sur de la Cisjordania; Y Jos 18-19, las fronteras de las tribus del Centro y Norte de la Cisjordania.
Algunos de los territorios descritos en estos capítulos de Josué nunca fueron de los israelitas, a pesar de constar en el plan de Josué (Jos 1, 4) y del autor de Números (34, 1-12): eran áreas ocupadas, en el sur, por los filisteos, los guesuritas (1 Sam 27, 8) y los avitas (Dt 2, 23); y, en el norte, por los sidinios y los fenicios.
Jue 1-21 puede ser dividido en cuatro bloques: a) La primera introducción (Jue 1, 2-5) presenta el emplazamiento de las tribus del Sur. Parece corresponder a los hechos mejor que el libro de Josué (Jos 10). b) La segunda introducción (Jue 2, 6 – 3, 6) habla de la muerte de Josué, hace una interpretación religiosa del período de los Jueces y justifica la permanencia de las naciones extranjeras en medio de los israelitas como castigo y provocación de la fidelidad al Señor. c) La historia de los Jueces (Jue 3, 7 – 16, 31). d) Los dos apéndices: Jue 17-18 presenta la historia de la fundación del santuario de Dan y la del origen del sacerdocio; Jue 19-21 trae la narración de las guerras en la tribu de Benjamín.
Conclusión: a pesar de las dificultades, el pueblo descubrió a Dios en la historia.
Estas narraciones bíblicas son casi las únicas referencias que tenemos sobre el período tribal. Pero la preocupación de los autores de la Biblia no era la de contar la historia tal cual sucedió, sino la de narrar la presencia y la acción de Dios en medio del pueblo. Por eso, hablar de este período es muy difícil, porque en la fase inicial de la historia del pueblo de Israel el uso del lenguaje era extremadamente restringido. Casi todos los documentos escritos son muy posteriores al período tribal. Además de eso, son fruto de una fusión de muchas tradiciones orales de épocas, contextos y grupos humanos diferentes. Lo importante para nosotros no es saber si los hechos sucedieron así como están descritos, sino descubrir la presencia de Dios en las luchas del día a día, como lo hizo el pueblo de Israel.
En el período de 1220 a 1010 a.C., las tradiciones del pasado de Israel eran narradas sobre todo por medio de la tradición oral. Conocemos pocas narraciones que hayan sido escritas en esa época. De una manera general, este período forma todavía parte de las tradiciones orales. El pueblo transmitió, de generación en generación, las historias que eran narradas y, mucho más tarde, registradas y unificadas en una sola historia familiar.
Comienzan con la historia de Abraham y sus descendientes (Isaac, Jacob, José y sus once hermanos), de los cuales habrían nacido las 12 tribus de Israel. Sin embargo, de hecho, muchos grupos de orígenes, situaciones y contextos diferentes integraron las tribus y recibieron nombres según los lugares donde se establecieron. La uniformidad con la que Josué presenta el asentamiento de los grupos no parece corresponder a los hechos.
Hay muchas dificultades para determinar con exactitud el período histórico de las tribus de Israel: la Biblia y la mayoría de los estudiosos lo sitúan en los siglos XII y XI a.C., en el período pre-monárquico. Lo importante, sin embargo, es la lectura que el pueblo de la Biblia hizo de su historia, a pesar de la dificultad de comprender algunos textos.
No hay dudas sobre la existencia de grupos marginados que se unieron y se fueron por las montañas alrededor del año 1300 a.C.: allí recibieron diferentes nombres y son identificados como las doce tribus de Israel. Éstas eran gobernadas por los Jueces, suscitados en medio de los grupos para su autodefensa, sobre todo en los momentos de peligro. Los grupos trataban de construir un estilo de gobierno más democrático y comunitario, en contraste con el sistema de tributarios de los reyes de las Ciudades-Estado y de los faraones de Egipto. Lamentablemente el sistema de vida tribal sobrevivió apenas 200 años, aproximadamente. Hubo problemas internos -corrupción, ansia de lucro, idolatría (1 Sam 2, 12-25)- además de problemas externos, como la constante amenaza de los filisteos en la Cisjordania, y de los edonitas, moabitas, ammonitas y madianitas en la Transjordania. La causa más importante que el autor bíblico da sobre el fracaso del sistema tribal es la idolatría (Jue 2, 2-23; 3, 1-6). El fracaso era visto como castigo de Dios por la infidelidad a la alianza: el Señor ya era su única seguridad y fuerza para llevar adelante el proyecto de igualdad y justicia. Las tribus sintieron, entonces, la necesidad de buscar seguridad en otra forma de gobierno: la monarquía.