sábado, 13 de diciembre de 2008

SÉPTIMO DÍA: LA ALABANZA A DIOS, FRUTO DEL RECONOCIMIENTO DE SU ACCIÓN SALVADORA



MOTIVACIÓN
Se aproxima el gran día de la Navidad que todos esperamos con ilusión, hay ambiente festivo en casi todas partes y corremos el riesgo de olvidar que todavía estamos en Adviento, es decir, en la espera, un tiempo dedicado a la conversión. Nuestra novena tendrá sentido más auténtico si no olvidamos esta dimensión de nuestra fe.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS (Lc 1, 67-79)



PISTAS PARA LA REFLEXIÓN

Se llama “Benedictus” al himno de alabanza que brota de la boca de Zacarías, y, al igual que el Magnificat, es un himno de alabanza por la salvación mesiánica. El Magnificat parte de una situación personal y concreta, el Benedictus parte de la actividad universal de Dios a favor de todo el pueblo.

Este cántico comienza con el “bendito” y termina con “paz”. Son dos formas de saludo, dos bendiciones, una dirigida a Dios, la otra dirigida a los hombres.



El cántico tiene tres temas centrales: Primero, hace referencia a la Palabra de Dios que ha sido dada a conocer al hombre por medio de las promesas hechas por Dios, los juramentos y los anuncios de los profetas. Segundo, es la actividad misericordiosa de Dios, es decir, es Dios quien toma la iniciativa de salvar a su pueblo, y tercero, la salvación del pueblo como consecuencia de las promesas y la actividad divina.

En definitiva el mensaje central del cántico es que Dios visita a su pueblo para salvarlo a través del Mesías. Un Mesías que viene para iluminar y traer la paz. El Benedictus se abre bendiciendo a Dios porque ha hecho realidad la Salvación mesiánica, y se cierra recordando que esta salvación es fruto de la entrañable misericordia de Dios que ha enviado al Mesías como luz y como paz.

Se trata de la salvación realizada por Jesús, que tiene como destinatario al hombre histórico con sus problemas concretos. Jesús le ofrece una liberación radical y total: de todo pecado y de toda explotación.

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