1. 1. ISRAEL Y AMERICA LATINA, HERMANOS EN LA BÚSQUEDA DE LA LIBERACIÓN
La tentación de dominar a personas, grupos, sociedades y pueblos es una realidad tan antigua como la existencia del ser humano. Israel y América Latina, desde sus orígenes y hasta hoy, viven períodos más o menos intensos de dominación por parte de grupos alineados con los intereses propios y de afuera y con la dominación exterior:
Retomando el camino hecho
Israel fue dominado por varios imperios extranjeros cuando aún no se había constituido como pueblo, en el tiempo del Nuevo Imperio Egipcio (1552-1070 a.C.). Asiria, a partir del año 722 a.C., arrasó el reino de Israel, en el Norte. Luego Babilonia, en el año 587/6 destruyó el reino de Judá, en el Sur, sucediéndole Persia, en el año 538 a.C. Pasaron un poco más de 200 años e Israel experimentó el dominio de los griegos en el año 333 a.C. Fue un período marcado por la sucesión de dominadores, cada uno de ellos queriendo "meter la mano" en aquella tierra. El pueblo quedó como "pelota", ora en las manos de uno, ora en las manos del otro. Con la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a.C., Israel pasó a manos de los generales: primero fueron los Ptolomeos o Lagidas de Egipto, después, en el año 198 a.C., los Seléucidas de Siria. Y, por último, cayó en las manos de los romanos.
El período griego trajo tiempos difíciles para Israel
Hubo muchos conflictos entre los que defendían la fidelidad a la Torá, y los que pretendían' "helenizar" el judaísmo, esto es, incorporarlo a la cultura griega. Éste intentó varias veces imponerse por la fuerza y por el autoritarismo de los tiranos de la época. En este contexto surgieron escritos de resistencia a la cultura extranjera, como los de Tobías y de Ester, y otros de apoyo o apertura a la nueva cultura, como los de Judit y del Eclesiástico o Sirácida.
A partir del año 167 a.C., Israel comenzó a ensayar una relativa autonomía política con los Macabeos, la misma que se mantuvo hasta el año 63 a.C. En ese período, sobre todo en tiempos de Jonatán (160-143 a.C.) y de Juan Hircano (134-104 a.C.), Israel consiguió extender nuevamente su dominio sobre los territorios de las antiguas tribus, enfrentando los intereses de los reyes vecinos de Damasco, en el norte, y de Nabatea, más al sureste. De todos modos, Jerusalén aún permanecía como último reducto seléucida hasta el año 141 a.C, cuando Simón Macabeo la conquistó definitivamente (1M 13,51). A partir de ahí fue más amplia la autonomía religiosa, pero la independencia política de otros países dio lugar a la lucha por el poder sobre Jerusalén. En estas intrigas políticas, la influencia de Roma en los asuntos de la tierra de Israel, centralizada en Judea, fue manifestándose cada vez más claramente sobre la región. Hoy esta experiencia se repite de una forma mucho más subliminal y sofisticada en relación con el dominio de los países del primer mundo sobre los demás.
Los legisladores por el siglo I a.C., los sumos sacerdotes del Templo dan legitimidad a los que ejercen en Jerusalén cedieron a la línea del poder político y de los Seléucidas, que tendían helenizar el judaísmo de los elegidos. Llegaron a ofrecer, en una política de alineamiento el Templo. Sacrificios a Zeus, el dios supremo internacional. Pero el pueblo ganó fuerza económica con la revuelta de Matatías, en el año 167 a.C. El país es soberano, sus hijos, después tratan de sustraer al país de una determinada línea pro helenista. Quien paga la ayuda militar es siempre el pueblo. Aliados militares romanos, de afuera, hacen posible a los Macabeos hacer prevalecer la línea anti-helenista. Así Israel tuvo una relativa autonomía religiosa y política respecto de los últimos Seléucidas, que aún intentaban mantener su dominio sobre la región.
Pero la rebelión de Matatías y de sus hijos provocó la reacción de los partidarios del helenismo. En el año 161 a.C., el sumo sacerdote Alcimo trató de impedir el avance de la rebelión macabea, pidiendo ayuda a Demetrio I Soter, rey sirio de la línea seléucida, para luchar contra Judas Macabeo, el líder de la rebelión (l M 7 Y 8). Este a su vez, en el año 160 a.C., pidió ayuda militar a los romanos, quienes vinieron en su auxilio, asegurando a los rebeldes el control de la región. En el año 144, bajo el liderazgo de Jonatán Macabeo, hermano de Judas, esta alianza con Roma fue confirmada (1M 12, 1-4).
Más tarde, con Simón, otro hermano de Judas, la alianza fue rearmada, incluyendo la cooperación de Esparta, Grecia (1M 14,16-24; 15, 15-21). De esta manera el imperio romano se mostraba un socio importante en el proceso de liberación de Judea, apoyando siempre que fuera necesario. Esta "amistad" con Roma no causó problemas hasta el momento en que subió al trono romano el general conquistador Pompeyo (66-62 a.C.).
Llegando solapadamente
Desde el año 148 a.C., los romanos ya venían transformando las antiguas naciones, antes dominadas por el imperio helénico, en provincias romanas. Así sucedió con Macedonia (148 a.C.), con Asia (Pérgamo), con el centro-oeste de la actual Turquía (129 a.C.), con Creta, en el Mediterráneo, y con Cirene en África (67 a.C.). Pompeyo conquistó el Ponto y Bitinia, en el norte de la actual Turquía (66-65 a.C.) y la propia Siria (64 a.C.), transformándolas en provincias romanas. Finalmente, en el 63 a.C., le llegó el turno a Israel. Los romanos fueron para quedarse, pero no como invitados, sino como dueños de la situación.
La dominación romana en Israel se extendió más allá del período bíblico. El vasto imperio romano comenzó a entrar en decadencia a partir del siglo IV de nuestra era. Desde el punto de vista del estudio bíblico, sin embargo, podemos detenemos en el año 135 d.C., fecha límite del período 'bíblico', esto es, cuando todos los escritos bíblicos ya tenían su forma definitiva de redacción como la que han conservado hasta hoy.
En el presente estudio vamos a ver los primeros 90 años del período romano, que van desde la toma de Jerusalén por parte de Pompeyo en el 63 a.C., hasta el inicio de la predicación pública de Jesús, que se dio probablemente en el año 27 ó 28 d.C. Adoptamos esta división cronológica porque así cerramos el Antiguo Testamento y dejamos abierta la puerta para entrar en el Nuevo. Los estudiosos de la Biblia llaman estos años con el nombre de "período intertestamentario", justamente porque en él se dio el paso del Antiguo al Nuevo Testamento. Su comprensión nos permitirá situar mejor en la historia la persona y la obra de Jesús y de sus seguidores. El restante período de la dominación romana, desde el año 27 d.C. al 35 d.C., se verá en los próximos estudios.
Para continuar la reflexión
• En nuestra vida diaria, ¿sentimos la opresión económica, política, cultural?
• ¿Tenemos hechos que nos sucedieron a nosotros que comprueban esta opresión?
Leer Tb J, 9-20. Tobías, un judío exilado en Asiria, lucha contra la dominación y persiste en vivir la fe judía.
• En nuestra vida, ¿encontramos situaciones parecidas a la de Tobías?
• La opresión económica, política, cultural, etc., ¿trae dificultades a nuestra vida cristiana?
• ¿Cómo podemos superar estas dificultades?
No hay comentarios:
Publicar un comentario