MOTIVACIÓN
La tradición del pesebre fue inaugurada por San Francisco de Asís y ha servido para que muchas generaciones de cristianos contemplemos los misterios de la Encarnación y el Nacimiento de Jesús, el Señor. Pero resulta extraño que nuestra generación haya perdido la sensibilidad de quienes más de cerca han vivido este misterio. Dejemos que la Palabra de Dios despierte de nuevo en nosotros verdaderos sentimientos de apertura y entrega a Jesús y al Padre, a María y a José y a todos aquellos por quienes dio su vida Jesús.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS (Lc 1, 46-56)
PISTAS PARA LA REFLEXIÓN
Este himno que brota de los labios de María, responde al saludo de Isabel, se llama tradicionalmente Magnificat y significa engrandecer, magnificar, proclamar la grandeza…
La acción salvífica de Dios salta a la vista como mensaje central de este cántico. El Señor es fiel y constante en cumplir sus promesas. Es el Dios intrahistórico, cercano, inmediato, el acompañante, guía y defensor del pueblo: El Señor es el Dios de Israel, es un Dios poderoso porque puede lleva a cabo lo que promete. El Dios que era lejano e inasequible, está en medio de su pueblo para guiarlo y protegerlo.
La oración gozosa de María es la expresión de alegría por la presencia del Mesías en nuestra historia y en su seno. María personifica a Israel, es decir, lo que ella expresa, son los sentimientos de todo el pueblo.
La expresión “la esclava del Señor”, es la expresión de una condición exterior de miseria, sufrimiento, impotencia, debilidad y pequeñez. María forma parte de los pobres de Yahvé, porque ella es piadosa, de inquebrantable fe y confianza en el Señor. El pobre es igual a un hombre religioso, piadoso y honrado, por el contrario, el rico en Biblia, es el injusto, malhechor, opresor y malvado.
¿Que no da a entender lo anterior? Que Dios salva a los insignificantes. En momentos históricos trascendentales para la construcción y liberación del pueblo de Israel, Dios escoge realmente a personas incapacitadas para tan ardua tarea.
María proclama de manera profética que la misión de Jesús seguirá esta misma línea. Pone de manifiesto que los destinatarios de su misión liberadora son los pobres, los oprimidos, los marginados. Los que son como niños, son pues, los pobres, los insignificantes, los indefensos, los sin voz. Los verdaderos destinatarios del Reino son los pobres, los oprimidos, la gente sencilla, los sin nombre, los que son nada a los ojos del mundo, los que son como niños, los pecadores, los despreciados.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS (Lc 1, 46-56)
PISTAS PARA LA REFLEXIÓN
Este himno que brota de los labios de María, responde al saludo de Isabel, se llama tradicionalmente Magnificat y significa engrandecer, magnificar, proclamar la grandeza…
La acción salvífica de Dios salta a la vista como mensaje central de este cántico. El Señor es fiel y constante en cumplir sus promesas. Es el Dios intrahistórico, cercano, inmediato, el acompañante, guía y defensor del pueblo: El Señor es el Dios de Israel, es un Dios poderoso porque puede lleva a cabo lo que promete. El Dios que era lejano e inasequible, está en medio de su pueblo para guiarlo y protegerlo.
La oración gozosa de María es la expresión de alegría por la presencia del Mesías en nuestra historia y en su seno. María personifica a Israel, es decir, lo que ella expresa, son los sentimientos de todo el pueblo.
La expresión “la esclava del Señor”, es la expresión de una condición exterior de miseria, sufrimiento, impotencia, debilidad y pequeñez. María forma parte de los pobres de Yahvé, porque ella es piadosa, de inquebrantable fe y confianza en el Señor. El pobre es igual a un hombre religioso, piadoso y honrado, por el contrario, el rico en Biblia, es el injusto, malhechor, opresor y malvado.
¿Que no da a entender lo anterior? Que Dios salva a los insignificantes. En momentos históricos trascendentales para la construcción y liberación del pueblo de Israel, Dios escoge realmente a personas incapacitadas para tan ardua tarea.
María proclama de manera profética que la misión de Jesús seguirá esta misma línea. Pone de manifiesto que los destinatarios de su misión liberadora son los pobres, los oprimidos, los marginados. Los que son como niños, son pues, los pobres, los insignificantes, los indefensos, los sin voz. Los verdaderos destinatarios del Reino son los pobres, los oprimidos, la gente sencilla, los sin nombre, los que son nada a los ojos del mundo, los que son como niños, los pecadores, los despreciados.
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