Introducción
En este octavo bloque temático usted descubrirá que Dios siempre fue fiel a su pueblo, a pesar de que, como todos los pueblos, tuvo altibajos y vivió momentos de crisis y falta de identidad. Uno de los períodos más difíciles y dolorosos fue el exilio, cuando Jerusalén y el Templo fueron destruidos, el pueblo perdió la tierra y fue deportado. Los cinco temas de este bloque temático abordan ese período de la historia bíblica, que trajo tanto sufrimiento, pero que también fue motivo de renovación y retoma de la fidelidad a Dios.
El primer tema el “Migrante y exiliado, el pueblo sufre de nostalgia de Dios”, y muestra por qué y cómo la población del reino del Sur fue llevada a Babilonia y lo que aconteció en la vida de los exiliados, sin el Templo y sin liturgia.
“En la angustia por la destrucción surge la esperanza de sobrevivir en la tierra”, es el segundo tema. Aborda la experiencia que tuvieron los que permanecieron en la tierra del reino del Sur. Ellos percibieron que lo esencial para poder sobrevivir en un momento tan difícil era la fidelidad a Dios por medio de la herencia recibida de los antepasados. Así, se formaron comunidades en las sinagogas alrededor del libro de la Torá, que en parte sustituyeron al Templo destruido.
“Identidad de Israel: el amor a la Torá de Moisés”, es el tercer tema, que estudia el período del exilio no sólo en Babilonia. Si los exiliados sufrían por la distancia de Jerusalén, los que se quedaron sufrían aún más por ver las ruinas de todo lo que tenían como sagrado. Pero, tanto en un lugar como en el otro, consiguieron descubrir que Dios no los abandonó.
El cuarto tema, “La Biblia nació de una mirada iluminada sobre la historia”, presenta los libros bíblicos que fueron escritos durante el período del exilio. Con la ayuda de los profetas y de sus líderes, el pueblo dejó de mirar hacia atrás y comenzó a repensar toda la historia de su fe, desde el tiempo de los primeros patriarcas y matriarcas. De esa mirada reflexiva nacieron los escritos de la Biblia.
La esperanza de los exiliados es retratada en el quinto tema, “Dios hará de las ruinas un jardín; escritos del exilio en Babilonia”. Ellos, animados por los profetas, tenían la certeza de que Dios no sería insensible a su esfuerzo de fidelidad y los reuniría nuevamente en Jerusalén, como un pueblo renovado.
Entre frustraciones y esperanzas, incredulidad y fidelidad, el pueblo del Sur vive su amarga experiencia de exilio y se afirma en la identidad de pueblo guardián de la fe y de los escritos de la Biblia.
1. MIGRANTE Y EXILIADO: EL PUEBLO SUFRE DE NOSTALGIA DE DIOS
Todo cambio causa una cierta inseguridad. Lo nuevo asusta. No se sabe lo que sucederá. ¿Cómo se sientes las personas, familias y pueblos enteros obligados a dejar sus tierras, sea por la necesidad de supervivencia, sea por haber sido despojados muchas veces por la opresión y por la injusticia de los poderosos de ayer y de hoy?
Retomando el camino hecho
Con el exilio en Babilonia concluyó el período de la monarquía en Israel. Hubo un tiempo en que la monarquía se extendía sobre las doce tribus de Israel. Este período es conocido como Monarquía Unida bajo los reyes de Saúl, David y Salomón. Duró casi un siglo, de 1030 a 931 a. C. Después de la muerte de Salomón, el reino de Israel, al norte, formado por diez tribus, tuvo sucesivamente tres ciudades como capitales: Siquén, Tirsá y Samaria. Duró poco más de dos siglos y terminó con la invasión de Asiria en 722 a. C.
El reino de Judá duró de 931 a 587/6 a. C. Tenía su sede en Jerusalén. Estaba formado por apenas dos tribus: Judá, Simeón y parte del territorio de la tribu de Benjamín. Era conocido como reino de Judá absorbió a las demás. Este reino era menor que el de Israel, pero duró casi tres siglos y medio. Terminó en 587/6 a. C. bajo el dominio de Babilonia. La experiencia del exilio por el reino del Sur fue más fuerte y determinante que la experiencia similar vivida, mucho antes, por Israel, el reino del Norte. La experiencia de la dispersión de los israelitas por el imperio asirio acabó perdiéndose, pero la experiencia del exilio en Babilonia fue conservada en la memoria del pueblo de Judá hasta hoy, por medio de sus escritos.
Muchas fueron las causas del exilio del pueblo de Israel en el transcurso de su historia: el clima, la posición geográfica, la expansión territorial de los pueblos vecinos, el servicio militar, la búsqueda de mejores condiciones económicas, la persecución, entre otras. El clima obligó muchas veces al pueblo a salir de su tierra en busca de mejores condiciones de vida, sobre todo durante las épocas de hambre (Gn 12, 10; Rt 1, 1.6). La posición geográfica de Israel -como corredor de paso- favorecía el intercambio con otros pueblos y continentes (Ex. 3, 8). Con la expansión territorial, los imperios vecinos ejercieron sucesivamente su dominio político sobre la región de Canaán: Asiria (722-605), Babilonia (605-538), el período que nos interesa, Persia (538-333), Grecia (333-305), los Lágidas de Egipto (305-198), los Seléucidas de Siria (198-63) y, finalmente, Roma (63 a.C. a 135 d.C.).
Todos estos imperios expulsaron y deportaron parte de la población. El servicio militar obligatorio como mercenarios era exigido por los imperios extranjeros. De algunos recibían como recompensa favores y tierras en su territorio. Por ejemplo, la colonia Elefantina, en Egipto, pertenecía a militares judíos jubilados. La búsqueda de mejores condiciones económicas en otros países. Muchas familias consiguieron, de esta manera, una buena posición económica. Finalmente, la persecución religiosa, sobre todo en el período de los Seléucidas, llevó a muchos israelitas a salir de su tierra.
El exilio espontáneo o forzado es una experiencia que marca no sólo a Israel, sino a gran parte de la población de todos lo pueblos y tiempos en contextos similares. ¿Se ha vivido o se vive una realidad similar en Colombia? ¿Las personas que viven cerca de usted, han vivido toda su vida allí o provienen de otros lugares? ¿Por qué se han desplazado de un lugar a otro? ¿Es producto de conflicto armado interno, del narcotráfico, la extorsión, la persecución? ¿Cuál es el número de personas desplazadas en Colombia hasta la fecha? ¿Cuál es la realidad que viven las personas desplazadas, las que viven estos exilios forzados? ¿Cuántas personas colombianas han tenido que abandonar su país? ¿Realmente el gobierno se preocupa por las personas que emigran dentro y fuera del país? ¿Cuál ha sido la actitud y actuación de la Iglesia Católica ante esta realidad? ¿Sabía usted que sólo el año pasado, 2008, entraron cerca de 40,000 personas desplazadas a la ciudad de Bogotá? ¿Encontrarán las condiciones para una vida digna en dicha ciudad? ¿Cuál es la lectura que desde la fe cristiana se hace respecto a esta realidad de los desplazados forzados?
La experiencia del exilio marcó al pueblo de Israel y continúa marcando al pueblo de hoy como forma de violencia que desarraiga a las personas de su contexto y las traspone en una realidad desconocida y no menos desafiante. Veamos cómo el pueblo de la Biblia enfrentó y sobrevivió a la experiencia del exilio.
La potencia babilónica destruye el reino de Judá
Después de Asiria, Babilonia comenzó a destacarse en el escenario internacional. Ya en 597 a.C., Nabucodonosor sitió a Jerusalén, la capital del reino de Judá, y la tomó el 16 de marzo del mismo año. Apresó al rey Jeconías, sus familiares y toda la corte. Además de ellos, deportó a Babilonia a todos los herreros y artesanos y dejó en Judá sólo la población más pobre. Saqueó el Templo de Jerusalén y el palacio real (2 Re 24, 10-17) y se llevó los utensilios sagrados. Sustituyó al rey Jeconías por su tío Matanías, cuyo nombre cambió por el de Sedecías.
Había en Judá una gran división interna donde, de los diversos partidos, unos estaban a favor de Egipto (2 Re 23, 31; Jr 37, 6-7) y otros de Babilonia (2 Re 24, 17; Jr 38, 19; 19, 11-12). Sedecías y el profeta Jeremías se pusieron a favor de Babilonia. Jeremías tenía conciencia de que el pueblo no podía morir, porque tenía una misión por cumplir. Sedecías y el profeta Jeremías se pusieron a favor de Babilonia. Jeremías tenía conciencia de que el pueblo no podía morir, porque tenía una misión por cumplir. Por esto, pedía al pueblo que no hiciese resistencia (Jr 27, 10-12). Esto no quería decir que Jeremías aprobase la política de Babilonia, pues también ella un día sería subyugada (Jr 27, 7), sino que quería impedir un mal mayor, el exterminio del pueblo. Además de esto, en la memoria de todos se conservaban dos traumas: la destrucción de Samaría, en 722, que intentó resistir a Asiria pero fue aniquilada y nunca más se rehizo (2 Re 17, 5-6), y la muerte del rey Josías, en 609 a.C., al oponerse al paso del ejército egipcio por su territorio (2 Re 23, 29-30). Ante estos dos hechos, el pueblo quedó desorientado, sin saber qué posición tomar (Jr 26, 11.16.24).
E incluso cuando Sedecías, el último rey de Judá, adoptó la línea babilónica, no tenía seguridad de sus actos. En diversos momentos consultó a Jeremías para saber lo que debía hacer (Jr 37-38). Justamente por ser indeciso salvó la vida del profeta. Por otra parte, era incapaz de impedir que fuese hecho algún mal a Jeremías y ni él mismo consiguió convencer a los grupos divididos de adoptar su opción política. Insatisfecho con la sumisión a Babilonia, formó una coalición antibabilónica instigado por Egipto, que deseaba alcanzar Asia. El plan no tuvo éxito. Sedecías temió una represión mayor y, antes de que Babilonia llegase a exigir sus derechos, envió una embajada al rey para renovar su sumisión (Jr 29, 3-25).
No se demoró mucho Sedecías, incluso en rebeldía contra los consejos de Jeremías, para iniciar una segunda tentativa de coalición antibabilónica con Egipto y los países vecinos de Tiro, Amón y Edom (Ez 17, 12-18; 21, 24-25). Otra vez el plan no tuvo éxito. El ejército de Babilonia cercó a Jerusalén en 587 y la invadió antes de que llegase apoyo de Egipto. Sedecías fue derrotado en las proximidades de Jerusalén. La ciudad, las murallas y las fortalezas fueron destruidas y saqueadas. El Templo fue incendiado y la misma suerte tuvieron muchas localidades de Judá.
Sedecías intentó huir con su familia, pero fue capturado (Jr 39, 1-7; 52, 6-11; 2 Re 25, 3-7). Sus familiares fueron muertos y él fue cegado y llevado a Babilonia, donde desapareció. Con el rey fue deportado un pequeño grupo, mucho menor del de 597, pues muchos habían muerto en combate, otros de hambre o por la peste y un gran número había sido decapitado. Alrededor de 582 el profeta Jeremías se refiere a otra deportación de la cual tenemos conocimiento por medio de su libro (Jr 52, 30).
La política de Babilonia era menos violenta que la de Asiria
Toda forma de dominación atenta contra la dignidad y la libertad humanas. Pero existen algunos métodos que son más violentos que otros. Babilonia, con relación a Asiria, fue menos violenta con los países que dominaba .
Asiria imponía severas sanciones a los países vasallos, y variaban según las faltas. En la primera rebelión, el castigo era hecho con el aumento de tributos. En el caso de una nueva tentativa de rebelión, los asirios intervenían con la fuerza militar. En la tercera tentativa, el soberano local era depuesto y substituido por un gobernador asirio. Se deportaba un número elevado de la población nativa para evitar nuevos focos de rebeliones. Los deportados eran esparcidos por las ciudades del imperio y otros pueblos eran traídos al territorio. Esto fue lo que sucedió con los israelitas del reino del Norte (2 Re 17, 24).
Los babilonios, al contrario de los asirios, nombraron en lugar del rey Sedecías un gobernador de la nobleza local de Judá llamado Godolías. Él fue constituido gobernador de la provincia de Judá (2 Re 25, 22; Jr 40, 7 ss.).
¿Y Jeremías? Las informaciones respecto a su suerte no coinciden. Las narraciones presentan inconsistencias, pues en su libro, en 39, 14, Jeremías es liberado en Jerusalén “del patio de la guardia” y en seguida, en 41, 1, aparece nuevamente entre los prisioneros en la ciudad de Ramá que estaban siendo llevados para el cautiverio en Babilonia. Según las informaciones de Je 39, 11-12, le fue dada la posibilidad de escoger entre quedarse en Judá o ir a Babilonia. Él escogió la permanencia junto a Godolías, el gobernador de la región, y vivió con él en Mispá (Jr 40, 6). Con la muerte de Godolías la situación empeoró. El texto no deja claro cuál fue el paradero de Jeremías. La tradición nos informa que habría sido llevado a Egipto, donde terminó su vida.
El primer tema el “Migrante y exiliado, el pueblo sufre de nostalgia de Dios”, y muestra por qué y cómo la población del reino del Sur fue llevada a Babilonia y lo que aconteció en la vida de los exiliados, sin el Templo y sin liturgia.
“En la angustia por la destrucción surge la esperanza de sobrevivir en la tierra”, es el segundo tema. Aborda la experiencia que tuvieron los que permanecieron en la tierra del reino del Sur. Ellos percibieron que lo esencial para poder sobrevivir en un momento tan difícil era la fidelidad a Dios por medio de la herencia recibida de los antepasados. Así, se formaron comunidades en las sinagogas alrededor del libro de la Torá, que en parte sustituyeron al Templo destruido.
“Identidad de Israel: el amor a la Torá de Moisés”, es el tercer tema, que estudia el período del exilio no sólo en Babilonia. Si los exiliados sufrían por la distancia de Jerusalén, los que se quedaron sufrían aún más por ver las ruinas de todo lo que tenían como sagrado. Pero, tanto en un lugar como en el otro, consiguieron descubrir que Dios no los abandonó.
El cuarto tema, “La Biblia nació de una mirada iluminada sobre la historia”, presenta los libros bíblicos que fueron escritos durante el período del exilio. Con la ayuda de los profetas y de sus líderes, el pueblo dejó de mirar hacia atrás y comenzó a repensar toda la historia de su fe, desde el tiempo de los primeros patriarcas y matriarcas. De esa mirada reflexiva nacieron los escritos de la Biblia.
La esperanza de los exiliados es retratada en el quinto tema, “Dios hará de las ruinas un jardín; escritos del exilio en Babilonia”. Ellos, animados por los profetas, tenían la certeza de que Dios no sería insensible a su esfuerzo de fidelidad y los reuniría nuevamente en Jerusalén, como un pueblo renovado.
Entre frustraciones y esperanzas, incredulidad y fidelidad, el pueblo del Sur vive su amarga experiencia de exilio y se afirma en la identidad de pueblo guardián de la fe y de los escritos de la Biblia.
1. MIGRANTE Y EXILIADO: EL PUEBLO SUFRE DE NOSTALGIA DE DIOS
Todo cambio causa una cierta inseguridad. Lo nuevo asusta. No se sabe lo que sucederá. ¿Cómo se sientes las personas, familias y pueblos enteros obligados a dejar sus tierras, sea por la necesidad de supervivencia, sea por haber sido despojados muchas veces por la opresión y por la injusticia de los poderosos de ayer y de hoy?
Retomando el camino hecho
Con el exilio en Babilonia concluyó el período de la monarquía en Israel. Hubo un tiempo en que la monarquía se extendía sobre las doce tribus de Israel. Este período es conocido como Monarquía Unida bajo los reyes de Saúl, David y Salomón. Duró casi un siglo, de 1030 a 931 a. C. Después de la muerte de Salomón, el reino de Israel, al norte, formado por diez tribus, tuvo sucesivamente tres ciudades como capitales: Siquén, Tirsá y Samaria. Duró poco más de dos siglos y terminó con la invasión de Asiria en 722 a. C.
El reino de Judá duró de 931 a 587/6 a. C. Tenía su sede en Jerusalén. Estaba formado por apenas dos tribus: Judá, Simeón y parte del territorio de la tribu de Benjamín. Era conocido como reino de Judá absorbió a las demás. Este reino era menor que el de Israel, pero duró casi tres siglos y medio. Terminó en 587/6 a. C. bajo el dominio de Babilonia. La experiencia del exilio por el reino del Sur fue más fuerte y determinante que la experiencia similar vivida, mucho antes, por Israel, el reino del Norte. La experiencia de la dispersión de los israelitas por el imperio asirio acabó perdiéndose, pero la experiencia del exilio en Babilonia fue conservada en la memoria del pueblo de Judá hasta hoy, por medio de sus escritos.
Muchas fueron las causas del exilio del pueblo de Israel en el transcurso de su historia: el clima, la posición geográfica, la expansión territorial de los pueblos vecinos, el servicio militar, la búsqueda de mejores condiciones económicas, la persecución, entre otras. El clima obligó muchas veces al pueblo a salir de su tierra en busca de mejores condiciones de vida, sobre todo durante las épocas de hambre (Gn 12, 10; Rt 1, 1.6). La posición geográfica de Israel -como corredor de paso- favorecía el intercambio con otros pueblos y continentes (Ex. 3, 8). Con la expansión territorial, los imperios vecinos ejercieron sucesivamente su dominio político sobre la región de Canaán: Asiria (722-605), Babilonia (605-538), el período que nos interesa, Persia (538-333), Grecia (333-305), los Lágidas de Egipto (305-198), los Seléucidas de Siria (198-63) y, finalmente, Roma (63 a.C. a 135 d.C.).
Todos estos imperios expulsaron y deportaron parte de la población. El servicio militar obligatorio como mercenarios era exigido por los imperios extranjeros. De algunos recibían como recompensa favores y tierras en su territorio. Por ejemplo, la colonia Elefantina, en Egipto, pertenecía a militares judíos jubilados. La búsqueda de mejores condiciones económicas en otros países. Muchas familias consiguieron, de esta manera, una buena posición económica. Finalmente, la persecución religiosa, sobre todo en el período de los Seléucidas, llevó a muchos israelitas a salir de su tierra.
El exilio espontáneo o forzado es una experiencia que marca no sólo a Israel, sino a gran parte de la población de todos lo pueblos y tiempos en contextos similares. ¿Se ha vivido o se vive una realidad similar en Colombia? ¿Las personas que viven cerca de usted, han vivido toda su vida allí o provienen de otros lugares? ¿Por qué se han desplazado de un lugar a otro? ¿Es producto de conflicto armado interno, del narcotráfico, la extorsión, la persecución? ¿Cuál es el número de personas desplazadas en Colombia hasta la fecha? ¿Cuál es la realidad que viven las personas desplazadas, las que viven estos exilios forzados? ¿Cuántas personas colombianas han tenido que abandonar su país? ¿Realmente el gobierno se preocupa por las personas que emigran dentro y fuera del país? ¿Cuál ha sido la actitud y actuación de la Iglesia Católica ante esta realidad? ¿Sabía usted que sólo el año pasado, 2008, entraron cerca de 40,000 personas desplazadas a la ciudad de Bogotá? ¿Encontrarán las condiciones para una vida digna en dicha ciudad? ¿Cuál es la lectura que desde la fe cristiana se hace respecto a esta realidad de los desplazados forzados?
La experiencia del exilio marcó al pueblo de Israel y continúa marcando al pueblo de hoy como forma de violencia que desarraiga a las personas de su contexto y las traspone en una realidad desconocida y no menos desafiante. Veamos cómo el pueblo de la Biblia enfrentó y sobrevivió a la experiencia del exilio.
La potencia babilónica destruye el reino de Judá
Después de Asiria, Babilonia comenzó a destacarse en el escenario internacional. Ya en 597 a.C., Nabucodonosor sitió a Jerusalén, la capital del reino de Judá, y la tomó el 16 de marzo del mismo año. Apresó al rey Jeconías, sus familiares y toda la corte. Además de ellos, deportó a Babilonia a todos los herreros y artesanos y dejó en Judá sólo la población más pobre. Saqueó el Templo de Jerusalén y el palacio real (2 Re 24, 10-17) y se llevó los utensilios sagrados. Sustituyó al rey Jeconías por su tío Matanías, cuyo nombre cambió por el de Sedecías.
Había en Judá una gran división interna donde, de los diversos partidos, unos estaban a favor de Egipto (2 Re 23, 31; Jr 37, 6-7) y otros de Babilonia (2 Re 24, 17; Jr 38, 19; 19, 11-12). Sedecías y el profeta Jeremías se pusieron a favor de Babilonia. Jeremías tenía conciencia de que el pueblo no podía morir, porque tenía una misión por cumplir. Sedecías y el profeta Jeremías se pusieron a favor de Babilonia. Jeremías tenía conciencia de que el pueblo no podía morir, porque tenía una misión por cumplir. Por esto, pedía al pueblo que no hiciese resistencia (Jr 27, 10-12). Esto no quería decir que Jeremías aprobase la política de Babilonia, pues también ella un día sería subyugada (Jr 27, 7), sino que quería impedir un mal mayor, el exterminio del pueblo. Además de esto, en la memoria de todos se conservaban dos traumas: la destrucción de Samaría, en 722, que intentó resistir a Asiria pero fue aniquilada y nunca más se rehizo (2 Re 17, 5-6), y la muerte del rey Josías, en 609 a.C., al oponerse al paso del ejército egipcio por su territorio (2 Re 23, 29-30). Ante estos dos hechos, el pueblo quedó desorientado, sin saber qué posición tomar (Jr 26, 11.16.24).
E incluso cuando Sedecías, el último rey de Judá, adoptó la línea babilónica, no tenía seguridad de sus actos. En diversos momentos consultó a Jeremías para saber lo que debía hacer (Jr 37-38). Justamente por ser indeciso salvó la vida del profeta. Por otra parte, era incapaz de impedir que fuese hecho algún mal a Jeremías y ni él mismo consiguió convencer a los grupos divididos de adoptar su opción política. Insatisfecho con la sumisión a Babilonia, formó una coalición antibabilónica instigado por Egipto, que deseaba alcanzar Asia. El plan no tuvo éxito. Sedecías temió una represión mayor y, antes de que Babilonia llegase a exigir sus derechos, envió una embajada al rey para renovar su sumisión (Jr 29, 3-25).
No se demoró mucho Sedecías, incluso en rebeldía contra los consejos de Jeremías, para iniciar una segunda tentativa de coalición antibabilónica con Egipto y los países vecinos de Tiro, Amón y Edom (Ez 17, 12-18; 21, 24-25). Otra vez el plan no tuvo éxito. El ejército de Babilonia cercó a Jerusalén en 587 y la invadió antes de que llegase apoyo de Egipto. Sedecías fue derrotado en las proximidades de Jerusalén. La ciudad, las murallas y las fortalezas fueron destruidas y saqueadas. El Templo fue incendiado y la misma suerte tuvieron muchas localidades de Judá.
Sedecías intentó huir con su familia, pero fue capturado (Jr 39, 1-7; 52, 6-11; 2 Re 25, 3-7). Sus familiares fueron muertos y él fue cegado y llevado a Babilonia, donde desapareció. Con el rey fue deportado un pequeño grupo, mucho menor del de 597, pues muchos habían muerto en combate, otros de hambre o por la peste y un gran número había sido decapitado. Alrededor de 582 el profeta Jeremías se refiere a otra deportación de la cual tenemos conocimiento por medio de su libro (Jr 52, 30).
La política de Babilonia era menos violenta que la de Asiria
Toda forma de dominación atenta contra la dignidad y la libertad humanas. Pero existen algunos métodos que son más violentos que otros. Babilonia, con relación a Asiria, fue menos violenta con los países que dominaba .
Asiria imponía severas sanciones a los países vasallos, y variaban según las faltas. En la primera rebelión, el castigo era hecho con el aumento de tributos. En el caso de una nueva tentativa de rebelión, los asirios intervenían con la fuerza militar. En la tercera tentativa, el soberano local era depuesto y substituido por un gobernador asirio. Se deportaba un número elevado de la población nativa para evitar nuevos focos de rebeliones. Los deportados eran esparcidos por las ciudades del imperio y otros pueblos eran traídos al territorio. Esto fue lo que sucedió con los israelitas del reino del Norte (2 Re 17, 24).
Los babilonios, al contrario de los asirios, nombraron en lugar del rey Sedecías un gobernador de la nobleza local de Judá llamado Godolías. Él fue constituido gobernador de la provincia de Judá (2 Re 25, 22; Jr 40, 7 ss.).
¿Y Jeremías? Las informaciones respecto a su suerte no coinciden. Las narraciones presentan inconsistencias, pues en su libro, en 39, 14, Jeremías es liberado en Jerusalén “del patio de la guardia” y en seguida, en 41, 1, aparece nuevamente entre los prisioneros en la ciudad de Ramá que estaban siendo llevados para el cautiverio en Babilonia. Según las informaciones de Je 39, 11-12, le fue dada la posibilidad de escoger entre quedarse en Judá o ir a Babilonia. Él escogió la permanencia junto a Godolías, el gobernador de la región, y vivió con él en Mispá (Jr 40, 6). Con la muerte de Godolías la situación empeoró. El texto no deja claro cuál fue el paradero de Jeremías. La tradición nos informa que habría sido llevado a Egipto, donde terminó su vida.
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