sábado, 25 de octubre de 2008

DIOS TRANSFORMA LAS LUCHAS DEL PUEBLO EN PALABRAS DE VIDA.

En el período tribal, las tradiciones se consolidan, y surgen los primeros escritos bíblicos.

Los primeros escritos bíblicos.
Es muy probable que al final del período tribal hayan comenzado a surgir los primeros escritos de la Biblia. Son todavía pequeños textos que fueron retocados repetidas veces en el transcurso de los años y luego integrados en los libros que hoy conocemos. Podemos citar como probables escritos de la época tribal los siguientes:

“Cántico de Débora” (Jue 5).
En el libro de los Jueces, el “Cántico de Débora” es considerado el texto más antiguo. Celebra la victoria del Señor concedida a las tribus, por medio de la Jueza Débora y del comandante Baraq, sobre el ejército de Sísara de Jaróset-Haggoyim, al noreste de la planicie de Yizrael.

Decálogo o Diez Palabras (Ex 20, 1-21).
El Decálogo es un texto muy antiguo, por sus semejanzas con textos legislativos del segundo milenio a.C. Y por su forma literaria en la segunda persona del singular, muy semejante a las listas de prohibiciones que regulaban el acceso al templo en los lugares sagrados egipcios. De la misma manera los hebreos encontraban en el Decálogo las condiciones para su participación en el culto. A Dios le debían fidelidad, rechazando los dioses paganos, realizando el culto sin imágenes, respetando el nombre de Dios y el sábado. En relación con el prójimo, debían respetar a los padres y la vida (no matar, no cometer adulterio) y evitar el falso testimonio y la concupiscencia.

El Decálogo es de fundamental importancia para la orientación de la vida y de las relaciones con Dios y con los demás. Conocemos al Decálogo con el nombre de Diez Mandamientos.

Código de la Alianza (Ex 20, 22 – 23, 19).
El Código de la Alianza es una aplicación práctica del Decálogo. Trae leyes y costumbres muy antiguos, que reflejan la fase inicial de la vida tribal, cuando había todavía la orientación de los ancianos, anteriormente a los Jueces. Nombraba el derecho general y civil (Ex 21, 1 – 22, 20), las reglas para el culto (Ex 20, 22-26; 22, 31; 23, 10-19) y la moral social (Ex 22, 21-27; 23, 1-9).

Salmos.
Algunos Salmos parecen reflejar este período (19, 2-7; 29; 68; 82; 136). (Se hará un ejercicio leyendo estos Salmos y recordando el contexto histórico del período tribal hasta la confederación de las tribus de Israel.

Textos bíblicos sobre el período tribal.
La mayoría de los textos bíblicos que tratan de la época tribal fueron escritos posteriormente a este período. En algunos casos, pasaron incluso más de 600 años para que alguien escribiese algunas de estas narraciones. No es posible establecer fechas exactas de redacción para todos los textos bíblicos. Se intentará tan sólo mostrar, a continuación, algunos ejemplos de cómo el período de las tribus interesó a mucha gente, incluso mucho tiempo después, particularmente cuando en las redacciones finales fueron incluidas en los textos memorias de este período. Estas inclusiones ocurren a veces en las narraciones sobre períodos que anteceden al propio período tribal (cfr. Dt 31-34).

Textos que tratan de la época del gobierno de los ancianos.
El inicio de la vida tribal es recordado en algunos textos del Deuteronomio, del Eclesiástico (o Sirácides) y de Josué. En tales textos encontramos referencias a la primera fase del tribalismo, en la que el gobierno del pueblo estaba distribuido entre los ancianos (jefes de familia) y clanes, en cada tribu (cfr. Dt 31, 28). Los textos aluden a la fidelidad a la ley y a la alianza, y a las costumbres religiosas, agrícolas y tecnológicas de cada tribu (Deuteronomio); destacan a algunos líderes (Eclesiástico) y narran luchas de conquista (Josué).

En el Deuteronomio, los textos que hablan de este período tribal se hallan en los cuatro capítulos finales (31-34), que forman una especie de conclusión general del conjunto del Pentateuco. Reúnen tradiciones de orígenes y épocas diferentes. Las características de la vida tribal están insertadas en un contexto de recordación de la despedida y muerte de Moisés. Fueron añadidos al Deuteronomio en la última redacción del Pentateuco, alrededor del años 445 a.C.

El libro del Eclesiástico 46, 1-10 presenta a Josué como sucesor de Moisés en el oficio profético (v.1), y habla elogiosamente de Caleb, porque caminó en seguimiento del Todopoderoso (v.7).

En el libro de Josué, el autor presenta la conquista de la tierra de Canaán desde los preparativos (1-2), al cruce del Jordán (3, 1 – 5, 12), a la conquista de Jericó (5, 13 – 7, 26), a la toma de Ay (8, 1-29), al tratado entre Israel y los gabaonita (9, 1-27), a la coalición de los cinco reyes amorreos y hasta la conquista del Sur (10, 1-43) y del Norte de Canaán (11, 1 – 12, 24).

El último discurso de Josué (Jos 23) constituía la conclusión de la primera redacción del libro. Léalo usted, y observe las semejanzas que tiene con el último discurso de Moisés (Dt 31), la despedida de Samuel (1 Sam 12), el testamento de David (1 Re 2, 1-9) y las últimas palabras de Matatías (1 Mac 2, 49-68).

La narración de la asamblea de Siquém (Jos 24) debe haber sido añadida durante el exilio o después de éste, pero la tradición que ella refiere es muy antigua. Josué presenta a las tribus las intervenciones del Señor en favor del pueblo en la experiencia del Éxodo y en su revelación en el Sinaí. Todas las tribus que no hicieron estas experiencias asumieron como suya la experiencia vivida por algunas. Todas juntas hicieron un pacto de fidelidad al Señor, llegando a ser el pueblo escogido por Dios.

Textos que tratan de la fase final, bajo el gobierno de los Jueces.
Los demás textos sobre el período tribal hacen alusión a las reglas relativas a la guerra santa, a la repartición del botín, a la división de la Tierra Santa y a ciertas costumbres de las tribus (Números y Josué); y presentan a las tribus siendo gobernadas por los Jueces, hasta el último (Samuel), antes de que pasaran al régimen monárquico (Jueces). Son textos que reflexionan sobre ésta época: Números, Josué, Jueces.

Núm 31-32 presentan las guerras que las tribus enfrentaron; Núm 33, 50-56 da la descripción de las fronteras; Núm 35 habla de la parte que le tocó a los levitas; Núm 36 trata de la herencia de la mujer casada.

Jos 13, 8-33 retoma Núm 32, añadiendo nombres de lugares, y hace una descripción de las tribus en la región de Transjordania, aunque sin dar sus delimitaciones; Jos 14-17 describe las fronteras de las tres grandes tribus del Centro y Sur de la Cisjordania; Y Jos 18-19, las fronteras de las tribus del Centro y Norte de la Cisjordania.

Algunos de los territorios descritos en estos capítulos de Josué nunca fueron de los israelitas, a pesar de constar en el plan de Josué (Jos 1, 4) y del autor de Números (34, 1-12): eran áreas ocupadas, en el sur, por los filisteos, los guesuritas (1 Sam 27, 8) y los avitas (Dt 2, 23); y, en el norte, por los sidinios y los fenicios.

Jue 1-21 puede ser dividido en cuatro bloques: a) La primera introducción (Jue 1, 2-5) presenta el emplazamiento de las tribus del Sur. Parece corresponder a los hechos mejor que el libro de Josué (Jos 10). b) La segunda introducción (Jue 2, 6 – 3, 6) habla de la muerte de Josué, hace una interpretación religiosa del período de los Jueces y justifica la permanencia de las naciones extranjeras en medio de los israelitas como castigo y provocación de la fidelidad al Señor. c) La historia de los Jueces (Jue 3, 7 – 16, 31). d) Los dos apéndices: Jue 17-18 presenta la historia de la fundación del santuario de Dan y la del origen del sacerdocio; Jue 19-21 trae la narración de las guerras en la tribu de Benjamín.

Conclusión: a pesar de las dificultades, el pueblo descubrió a Dios en la historia.
Estas narraciones bíblicas son casi las únicas referencias que tenemos sobre el período tribal. Pero la preocupación de los autores de la Biblia no era la de contar la historia tal cual sucedió, sino la de narrar la presencia y la acción de Dios en medio del pueblo. Por eso, hablar de este período es muy difícil, porque en la fase inicial de la historia del pueblo de Israel el uso del lenguaje era extremadamente restringido. Casi todos los documentos escritos son muy posteriores al período tribal. Además de eso, son fruto de una fusión de muchas tradiciones orales de épocas, contextos y grupos humanos diferentes. Lo importante para nosotros no es saber si los hechos sucedieron así como están descritos, sino descubrir la presencia de Dios en las luchas del día a día, como lo hizo el pueblo de Israel.

En el período de 1220 a 1010 a.C., las tradiciones del pasado de Israel eran narradas sobre todo por medio de la tradición oral. Conocemos pocas narraciones que hayan sido escritas en esa época. De una manera general, este período forma todavía parte de las tradiciones orales. El pueblo transmitió, de generación en generación, las historias que eran narradas y, mucho más tarde, registradas y unificadas en una sola historia familiar.

Comienzan con la historia de Abraham y sus descendientes (Isaac, Jacob, José y sus once hermanos), de los cuales habrían nacido las 12 tribus de Israel. Sin embargo, de hecho, muchos grupos de orígenes, situaciones y contextos diferentes integraron las tribus y recibieron nombres según los lugares donde se establecieron. La uniformidad con la que Josué presenta el asentamiento de los grupos no parece corresponder a los hechos.

Hay muchas dificultades para determinar con exactitud el período histórico de las tribus de Israel: la Biblia y la mayoría de los estudiosos lo sitúan en los siglos XII y XI a.C., en el período pre-monárquico. Lo importante, sin embargo, es la lectura que el pueblo de la Biblia hizo de su historia, a pesar de la dificultad de comprender algunos textos.

No hay dudas sobre la existencia de grupos marginados que se unieron y se fueron por las montañas alrededor del año 1300 a.C.: allí recibieron diferentes nombres y son identificados como las doce tribus de Israel. Éstas eran gobernadas por los Jueces, suscitados en medio de los grupos para su autodefensa, sobre todo en los momentos de peligro. Los grupos trataban de construir un estilo de gobierno más democrático y comunitario, en contraste con el sistema de tributarios de los reyes de las Ciudades-Estado y de los faraones de Egipto. Lamentablemente el sistema de vida tribal sobrevivió apenas 200 años, aproximadamente. Hubo problemas internos -corrupción, ansia de lucro, idolatría (1 Sam 2, 12-25)- además de problemas externos, como la constante amenaza de los filisteos en la Cisjordania, y de los edonitas, moabitas, ammonitas y madianitas en la Transjordania. La causa más importante que el autor bíblico da sobre el fracaso del sistema tribal es la idolatría (Jue 2, 2-23; 3, 1-6). El fracaso era visto como castigo de Dios por la infidelidad a la alianza: el Señor ya era su única seguridad y fuerza para llevar adelante el proyecto de igualdad y justicia. Las tribus sintieron, entonces, la necesidad de buscar seguridad en otra forma de gobierno: la monarquía.

sábado, 18 de octubre de 2008

JUECES: LÍDERES SENSIBLES A DIOS Y AL PUEBLO

Los Jueces eran suscitados por Dios para la misión de defender al pueblo amenazado por sus enemigos.

Los Jueces en la Biblia: líderes libertadores escogidos por Dios.
La palabra “Juez”, en el sentido actual, está ligada a diversas funciones que él ejerce en la sociedad: juez de paz, juez de tribunal, juez de menores, juez de fútbol, etc. Son funciones diversas, pero en todas ellas el juez tiene el poder de decidir. ¿Será que es en este sentido que la Biblia habla de los Jueces? No. Su función no tiene que ver con una actividad ligada al foro. Sólo una vez aparece este sentido en el libro de los Jueces (Jue 4, 4-5), al hablar de Débora, cuando ella resolvía los problemas y pleitos del pueblo.

La Biblia no hace distinción alguna entre Jueces Mayores y Jueces Menores. Esta forma de clasificarlos nació posteriormente, sobre la base de la cantidad de información que se tiene sobre ellos por medio del propio texto bíblico. Los Jueces Mayores son aquellos cuya historia aparece en la Biblia con más detalles e informaciones. Sus nombres son Oniel, Ehud, Débora, Baraq, Gedeón, Jefté, Sansón y Samuel. Los Jueces Menores son mencionados brevemente en la Biblia, y algunos en la forma de narraciones extrañas (Jue 10, 3-5; 12, 13-15). Acerca de ellos conocemos casi nada. Sus nombres son: Samgar, Tolá, Yaír, Ibsán, Elón, y Abdón.

Los Jueces Menores, según los textos bíblicos, eran suscitados por Dios (Jue 2, 16) para salvar a los israelitas (Jue 3, 31; 6, 14) de situaciones difíciles. Eran líderes carismáticos y libertadores (Jue 3, 10; 6, 34; 11, 29; 14, 6.19; 15, 4-8). No recibían la función por herencia ni de manera permanente. Ejercían un liderazgo político y militar. “Restablecían el orden” amenazado en una o más tribus. Eran considerados salvadores del pueblo (Jue 3, 9; 9, 17).

La función de los Jueces Menores parece estar más ligada a la administración de justicia y al gobierno de la tribu. Algunos textos del libro de los Jueces les atribuyen, de manera general, una autoridad sobre todo Israel (Jue 4, 4; 10; 2-3; 11, 27; 12, 7-14; 15, 20; 16, 31).

Además de las actividades militares, políticas, administrativas y de gobierno, los Jueces ayudaban al pueblo a mantener la integridad de la fe en el Señor, continuamente amenazada por los cultos cananeos (Jue 6, 25-32; 1 Sam 7, 3; Jue 10, 6). Samuel constituyó como Jueces a sus hijos, en lugar de él mismo (1 Sam 8, 1- 3), pero éstos fueron rechazados por los ancianos del pueblo, porque lucraban y eran injustos. Los ancianos pidieron a Samuel un rey que ejerciese la justicia sobre ellos (1 Sam 8, 5). En un comienzo, Samuel se opuso a la idea de la monarquía, porque consideraba como verdadero rey al Señor, y no a un hombre (1 Sam 8, 7-22), pero después accedió al pedido de los ancianos.

Jueces: período pre-estatal, frágil libertad.
Las tribus de Israel, como vimos, vinieron de diferentes lugares y ocuparon la tierra de Canaán en épocas diferentes. No tuvieron un gobierno y una organización unitarios desde el comienzo. Esto tal vez ocurrió inicialmente con las tribus del Sur que vivían alrededor de Judá, y con las tribus de la región central. El segundo asentamiento en Canaán se dio a razón de la entrada de los pueblos del mar y de los arameos. Todos ellos constituían una amenaza para Israel, que tuvo que conquistar y defender su territorio contra los intereses de los vecinos.

La primera fase de las tribus israelitas establecidas en Canaán fue de auto-afirmación. Se trataba de organizar fuerzas para defender el territorio y resistir al adversario. Las tribus tuvieron que organizarse, surgiendo entonces la necesidad de una autoridad centralizada, aunque fuera ocasionalmente. Nacieron nuevas formas de comunicación, instituciones que pudieran garantizar una vida sedentaria. En este contexto surgieron los Jueces, para salvar a las tribus y movilizarlas a fin de rechazar al enemigo. Restablecida la seguridad y cumplida su misión, el Juez volvía al seno de su familia, como los demás miembros de la tribu.

Dos eran los elementos fuertes de la unión entre las tribus y que se evidencian en el “Cántico de Débora”: la vinculación con el Señor, y los elementos de peligro. En los dos elementos se transparenta la conciencia grupal, basada en la necesidad de supervivencia, y la motivación religiosa. En el “Cántico de Débora” no aparecen las tribus del Sur, tal vez en razón de las dificultades geográficas y de la distancia. La unión entre las tribus del Norte y las del Sur fue un proceso lento y gradual, que no fue logrado en el período tribal ni en el de Saúl, sino sólo en el tiempo de David.

La transición de la vida tribal a una nueva forma de gobierno no es fruto de decisiones jurídico-administrativas, sino que es provocada por las amenazas venidas desde fuera. Estas amenazas forzaron a las tribus a la decisión de nombrar a un rey. La decisión de tener un rey no es, por lo tanto, consecuencia de un cuidadoso planeamiento, sino de la necesidad de tener a alguien para proteger y conservar la vida de las tribus. La consolidación parcial o total de las tribus no era suficiente para oponerse a las amenazas externas. Eran necesarias reacciones rápidas, además de un poder centralizado, lo que no existía en ese período. El Juez ejercía una función carismática ocasional y temporal.

En el cuadro sinóptico que sigue, encontramos los nombres de los Jueces, su clasificación, citas bíblicas sobre ellos, el nombre de la tribu a la que pertenecían, el número de años de su actuación, y los enemigos que enfrentaron para defender a las tribus:

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El libro de los Jueces termina afirmando que “en ese tiempo no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía correcto” (Jue 21, 25; cfr, 17, 6; 18, 19, 1). Este texto revela la visión de un autor que vivió mucho tiempo después, alrededor del 530 a. C., posterior al exilio de Babilonia. Él hace la lectura de su realidad y la proyecta sobre el pasado, antes de la existencia de la monarquía en Israel (1030 a.C.). En ese período existían en Canaán los pequeños reinos de las Ciudades-Estado, con las aldeas a su alrededor. Los faraones de Egipto hasta entonces dominaban la región, pero encontraban la resistencia de los grupos que ocupaban las montañas.

Ciudades-Estado. Sistema de tributarios: la máquina que produce la opresión.
Cuando hablamos del sistema de tributarios de los faraones y de los reyes de las Ciudades-Estado de Canaán, nos referimos a la máquina del gobierno, en la que hay los que hacen las leyes, los que controlan su observancia, y los que aplican la justicia sobre aquellos que no las cumplen. El sistema de tributarios se refiera a las leyes que establecen tributos, las tasas y los impuestos que los reyes y faraones exigían de sus súbditos. Muchas leyes eran injustas y favorecían a los que estaban al servicio de la máquina del gobierno y los intereses de grupos y minorías que detenían el poder. De esta manera funcionaba el sistema de tributarios de los reyes y de los faraones.

Sistema tribal: servicio en favor de todos.
El sistema tribal era de estilo comunitario. No tenía como fin el cobro de tributos, tasas e impuestos como forma de sostener el poder o los intereses de quienes estaba a su servicio. Era un beneficio en favor de todos. Por eso había muchos conflictos entre los dos sistemas de gobierno. Vamos a ver cómo funcionaba esto en la práctica, en todas las áreas de la vida humana, tanto dentro del sistema de gobierno de tributarios propios de los reyes y de los faraones, como dentro del sistema tribal.

Sistema de gobierno de los faraones y de los reyes de Canaán. Poder de muerte. Versus Sistema de gobierno de las tribus: poder de vida.
Existen diversos estudios que analizan la situación de Canaán y del pueblo en el período de 1250 a 1030 a.C. Estudian el tipo de sociedad, el sistema de trabajo, las formas de gobierno, el servicio militar, el servicio religioso, las leyes y su sistema. Estos datos revelan el tipo de gobierno que había en Egipto y en las Ciudades-Estado de Canaán, en contraste con el estilo de gobierno de las tribus de Israel.

Hay grandes diferencias entre el sistema de gobierno de los faraones y de los reyes de Canaán, y el sistema de gobierno de la vida tribal. Estas diferencias abarcan todas las relaciones de la vida humana: familiar, social, religiosa, económica, política y cultural. Está claro que no siempre las tribus fueron fieles y coherentes con el ideal que proponían, pero tenían conciencia de que ése era el camino que podía llevar a una relación de igualdad y de justicia entre ellas, a una convivencia según la voluntad de Dios.

A continuación se presenta el cuadro comparativo:

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viernes, 10 de octubre de 2008

TRIBUS DE ISRAEL: HIJOS Y HEREDEROS DE LA FE

Las tribus de Israel:
¿Cómo se organizó el pueblo de Israel y qué manera encontró de escapar de la opresión de los poderosos? Un poco de contexto histórico de la época puede ayudar a entender mejor cómo la liberación se tornó posible.

Canaán de 1250 a 1030 a.C.
Canaán, según los escritos bíblicos, era habitada por diversas poblaciones muy anteriores a los israelitas: hititas, amorreos, cananeos, perizitas, jivitas y jebuseos (cfr. Dt 7,1; Ex 3, 8.17). La región estaba formada por pequeñas Ciudades-Estado servidas por las aldeas establecidas a su alrededor. Esto es posible constatarlo en las cartas dirigidas al faraón de Egipto, en Tell el-Amarna. En este período, las Ciudades-Estado comenzaron a enfrascarse en una disputa por la hegemonía del poder. Egipto perdía cada vez más el dominio de la región. Sufría constantes amenazas de los filisteos, situados al sur de Canaán. Todo esto favoreció la evasión de personas y grupos descontentos por la opresión en la que vivían en las aldeas. Estos fugitivos ocuparon toda la región montañosa.

La supervivencia de los grupos en las montañas se volvió posible gracias al hierro, que ya era conocido y muy usado en aquella época y sirvió para la fabricación de hachas y arados, utilizados en la tala de los bosques y en la preparación de la tierra para la agricultura. El agua necesaria para la supervivencia era almacenada en grandes cisternas revestidas con cal. Esto favoreció el crecimiento de poblados en regiones que antes presentaban dificultades para la supervivencia humana.

Tal vez no se pueda hablar, todavía, de una vida tribal organizada en diferentes grupos, así como la Biblia los presenta ya en este período. Pero podemos considerarlos como el inicio de la vida tribal, que después se desarrolló, y fue más allá del año 1030 a.C. De hecho, una de las mayores dificultades de todos los escritos legendarios de la prehistoria de Israel es la cronología. Los textos fueron escritos mucho tiempo después de haber sido vividos. Al pueblo le interesaba hablar de la experiencia de Dios en sus luchas y conquistas.

Hay un escrito egipcio, no bíblico, que habla de Israel en este período. Es la estela del faraón Mernaptah de Egipto (1224-1204 a.C.), descubierta en 1895 en la ciudad de Tebas. Este monumento en piedra parece indicar que una parte de la población de Canaán era identificada como Israel y considerada, ya en esa época, como rebelde al sistema de dominación de Egipto. Sobre este monumento en piedra, el faraón mandó esculpir las victorias de sus campañas militares contra ciudades y pueblos vecinos. Y dice: “Canaán es afligida en todo tipo de males. Ascalón está por ser destruida. Guézer fue tomada; Ye-noam es como si nunca hubiese existido; Israel está en ruinas; no quedó una solo semilla”.

Israel aparece entre nombres de ciudades como Ascalón, Guézer y Ye-noam. El texto no deja claro si Israel es el nombre de una ciudad o de un poblado, o incluso si se refiere a los moradores de las montañas. De todos modos, se trata de una población rebelde al dominio egipcio en Canaán.

Origen de las tribus de Israel. Del arte literario se desprende lo esencial: la fe.
La Biblia presenta las tribus de Israel como descendientes de los 12 hijos de Jacob: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, José, Benjamín, Dan, Neftalí, Gad y Aser (Gn 35, 22-26). Los nombres de Leví y José no son citdos en la ocupación del territorio de Canaán. En su lugar aparecen los nombres de dos hijos de José: Efraím y Manasés (Gn 41, 50-52), nietos de Jacob.

Jacob (Yacob) es presentado como hijo de Isaac y Rebeca, hermano gemelo de Esaú (Gn 25, 19-34) y nieto de Abraham, según las narraciones bíblicas. En ellas se hallan dos explicaciones populares acerca del origen del nombre “Jacob”. Al nacer, él agarró el talón ('aqeb) de Esaú (v. 26). Ya crecido, suplantó ('âqab) al hermano, robándole la primogenitura (v. 33). La raíz hebrea de las palabras “Jacob”, “talón” y “suplantar” es la misma, sólo cambian las vocales y su significado.

El nombre de “Jacob” era conocido dentro y fuera de Canaán. En Canaán, este nombre fue dado a una fortaleza conquistada por Tutmosis III, de Egipto; en Mesopotamia, fueron descubiertas tablillas con la inscripción de este nombre; también tuvo este nombre uno de los jefes hicsos.

El pueblo de la Biblia integró en una sola historia familiar la tradición que existía sobre Jacob (Gn 25, 19-34; 27, 32-33), la que puso en evidencia la rivalidad entre dos hermanos, siendo uno de ellos preferido por el padre, y, el otro, por la madre. Esaú, el primogénito, era el predilecto del padre, Isaac. El menor, Jacob, era el predilecto de la madre, Rebeca. Los gemelos se entrechocaban en el vientre materno (Gn 25, 22-23). Al nacer, Jacob agarró el talón a Esaú. Finalmente, ya crecidos los dos, Esaú fue suplantado por el hermano, quien le quitó el derecho de primogenitura y la bendición del padre (Gn 27; Os 12,4). Jacob aparece siempre como el experto en engañar al hermano (Gn 32, 4-22), y Esaú como el “ingenuo” que se deja engañar (Gn 33, 1-17).

Detrás de la historia de Jacob y Esaú parece esconderse un conflicto entre dos tipos de sociedades (Gn 25,23). La sociedad pastoril, seminómada, que se ocupaba de los rebaños de ganado menor, es identificada con Jacob, un pastor pacífico y hábil. Esaú, el cazador rudo, finalmente marginado, es identificado con la sociedad nómada. Esaú representa a Edom; Jacob, a Israel. Los textos del Génesis (25, 23; 27, 27-29.39) parecen confirmar la intención del autor. Él está más preocupado de hablar de dos pueblos o tipos de sociedades que peleaban entre sí, que de dos hermanos. La preocupación del autor era demostrar que la fraternidad entre los pueblos y las sociedades debía estar por encima de las disputas entre ellos.

En la misma línea sigue el juego de Jacob con el tío Labán (Gn 29-31). Entran a tallar nuevamente relaciones familiares. Jacob se casa con dos hijas de Labán: Lía y Raquel. La preocupación central de la narración no parece ser el casamiento, sino el hablar del estatuto (jurídico) que había en relación a las hijas mayores, que debían ser dadas en esposas antes que las más jóvenes. Otra preocupación de la narración parece ser la de establecer el límite de influencia recíproca entre los dos clanes: el de Jacob (Israel) y el de Labán (arameos).

Finalmente, Jacob es relacionado con los santuarios de Siquém y de Betel, situados en la región central de la Tierra de Israel. En Betel, tuvo un sueño: vio una escalera que unía el cielo con la tierra, y por ella descendían y subían los ángeles de Dios. Cuando Jacob se despertó, se levantó, tomó una piedra y erigió con ella una estela y la ungió (Gn 28, 10-22; 35, 7-14). En Siquém, compró un campo, construyó allí un altar y lo dedicó a “Él, Dios de Israel” (Gn, 33, 19-20). Incluso en Siquém los hijos de Jacob cometieron un acto de violencia que parece recordar las luchas que las tribus emprendían para asentarse en la región de Canaán (Gn 33, 18 – 34. 31).

En estas tradiciones hubo una fusión de muchas tradiciones. El hecho de que se le dé a Jacob un nuevo nombre, Israel (Gn 32, 29; 35, 10) parece indicar la fusión de dos clanes, prevaleciendo el nombre del segundo. Diversas tradiciones convergen para la unificación en un único clan, presentando la historia del pueblo de la Biblia en la genealogía de una familia, la de Abraham. En estas narraciones simplificadas hay al menos la fusión de dos ciclos o dos tradiciones -la tradición de Abraham-Israel, y la tradición de Jacob-Israel- que deben ser muy antiguas. A partir de ellas son releídos los orígenes del pueblo de la Biblia, como si todo hubiese comenzado en la tradición de la familia de Abraham. Éste es presentado como padre de Isaac (Gn 21, 3); y Jacob, como hijo de Isaac (Gn 25, 26). José y sus once hermanos son presentados como hijos de Jacob (Gn 35, 23-26). Los dos hijos de José (Gn 30, 25) Efraím y Manasés, en sustitución de las tribus de Leví y José (Gn 46, 8-27) recibirán parte del territorio de Canaán.

Las diferentes tradiciones fueron narradas, vueltas a narrar y fundidas en una sola. En un comienzo, sin embargo, debían existir los diferentes clanes, y entre ellos se destacaban algunos nombres, a los que fueron atribuidos algunos episodios. Éstos, poco a poco, son recordados e integrados de manera unificada y simplificada como el inicio de la historia del pueblo de la Biblia.

Nombre y localización de las 12 tribus de Israel: pueblo y tierra, identidad profunda.
Las tribus se formaron en Canaán, aunque es difícil establecer con claridad la época exacta, así como la reconstrucción precisa de los acontecimientos que las implicaron, e incluso el nombre de cada una de ellas. Algunas montañas son conocidas antes del asentamiento de las tribus (Jos 11, 21; 20, 7; 21, 11; 2 Cron 27, 4; Jos 20, 7; 21, 21; 1 Re 4, 8; Jos 20, 7; 1 Re 4, 15). En Re 4, 7ss., muchos lugares aparecen como distritos de Salomón; entre ellos se encuentran dos nombres que corresponden a los de dos tribus de Israel: Aser e Isacar. Otras tribus pueden haber heredado el nombre de sus ancestros, como Zabulón, Dan, Rubén, Manasés, Simeón y Gad. Otras incluso heredaron el nombre de la divinidad adorada por la tribu.

El libro de Josué (1-12) presenta la conquista completa del territorio por parte de las diferentes tribus, de manera rápida, unitaria y muy simplificada. Pero este mismo libro, en muchos pasajes, dice que las tribus no lograron ocupar determinadas áreas, como por ejemplo las planicies, porque en ellas había carros de hierro, utilizados para las guerras, los que no poseían los israelitas (Jue 1, 19. 27-36; Jos 16, 10; 17, 12; 15, 63; Jos 17, 11-13). Esto significa que la ocupación de la tierra no fue completa, unitaria y pacífica como fue presentada en los primeros capítulos del libro de Josué. No había un órgano político centralizado que formase o controlase los diversos grupos que fueron ocupando espacios vacíos del territorio de Canaán.

Visión del libro de Josué acerca de la ocupación de la tierra.
Los israelitas penetraron en regiones poco pobladas. No hay una documentación a manera de anales o anuarios. Todo lo que se sabe se compone de episodios aislados y de breves relatos. En el libro de Josué, los hechos relativos a la ocupación del país de Canaán por los israelitas sucedieron de una sola vez y de manera militar (ver mapa 1) (Jos 1-12). El estilo de las narraciones sobre la conquista y ocupación del territorio de la Cisjordania es drástico y algo legendario.

En Jos 13-21, el autor bíblico se ocupa en describir las regiones y los límites territoriales de cada tribu, ora en forma de una distribución bien planeada, ora en la forma de un sorteo. Todo indica que se trata de tradiciones diferentes. En los capítulos 22-23, el autor presenta el fin de la misión de Josué y su último discurso. Una vez que Josué realizó su misión, y una vez satisfechas todas las necesidades territoriales de las tribus, el autor añade el capítulo 24 para resaltar el compromiso de todas las tribus con el Señor, su Dios.

El autor de Josué quiso presentar en una unidad redaccional los episodios de la ocupación de la tierra, las consecuencias jurídico-religiosas de su posesión, la delimitación de los territorios de las tribus, y la dotación territorial garantizada por el Señor con el cumplimiento de la promesa para todo Israel. El Señor hizo posible a cada una de las tribus por medio de la autoridad de Josué que, al final (Jos 24), reúne a las tribus en una unidad confederada. Existen redacciones que buscan atender a intereses de la dinastía davídica.

El libro de los Jueces ignora la participación de Josué en la ocupación de la tierra.
El libro de los Jueces narra la ocupación de la tierra de manera diferente del libro de Josué, e ignora incluso a su protagonista como a aquel que condujo el proceso de ocupación del territorio. El capítulo 1, como una introducción al libro, trata de hacer un resumen de la ocupación. Aquí, las tribus actúan de forma aislada y, en parte, colectivamente:

- Jue 1, 1-21 habla de las tribus del Sur -Judá y Simeón- y de algunos grupos menores como Caleb, Otoniel u Otniel, quenitas y otros.
- Jue 1, 22-26 menciona la casa de José, que toma la ciudad de Betel de una manera traicionera.
- Jue 1, 27-36 presenta una lista de ciudades y localidades, afirmando expresamente que los israelitas no pudieron ocuparlas porque en ellas habitaban los cananeos.

Las informaciones dadas por el libro de los Jueces son de gran valor histórico y sirven de llave de lectura para la historia de Israel en la tierra de Canaán. Entre las ciudades que no pudieron tomar posesión se hallan las antiguas Ciudades-Estado, que incluso a mediados del segundo milenio a.C. fueron fortalezas en manos de los egipcios, no sólo en la costa del Mediterráneo, sino también en la parte sur de la planicie de Meguiddó.

A partir de Jue 3, 6 encontramos las narraciones de la actuación de los Jueces, las que no dejan muy claro el origen de ese cargo. Débora era Jueza, administraba justicia (Jue 4, 4ss.) y defendía a Israel contra los cananeos; Jefté (Jue 12, 7), Gedeón (Jue 6, 11-24), etc. En los casos especiales, las tribus formaban una coalición para autodefenderse, reafirmaban su solidaridad, que se prolongaba incluso después de la victoria común. Esto no significaba que no tuviesen conflictos entre ellas mismas (Jue 19, 1-20.48).

Localización de las tribus en la tierra de Canaán.
Las tribus de Israel fueron formándose y ocupando gradualmente áreas de la Cisjordania y la Transjordania en el país de Canaán. El sur de la Cisjordania fue ocupado por los grupos que vinieron de la región de Cades Barne. Eran las tribus de Judá y de Simeón, y otras menores que posteriormente fueron asimiladas por la tribu de Judá, como Caleb, Otniel, y otras. En la parte central de la Cisjordania, se establecieron las tribus de Benjamín, de Efraím y Manasés. Estos grupos habrían venido de la parte inferior de la Transjordania, desde las proximidades del río Yabboq.

De las tribus que ocuparon la parte norte de la región de la Galilea, -Isacar (Gn 49, 14; Jos 19, 17-23), Neftalí (Jos 20, 7), Zabulón (Jos 19, 10-16) y Aser (Jos 19, 24-31)- no se conoce la prehistoria ni la procedencia. Todo indica que surgieron en el contexto de la servidumbre a las Ciudades-Estado.

En la Transjordania, la ocupación debe haber procedido desde la Cisjordania. Las tribus se establecieron en las montañas y en áreas próximas al río Yabboq y al Yarmuc. En la región fronteriza con los moabitas, se establecieron las tribus de Rubén, más al sur. La tribu de Gad y parte de la tribu de Manasés, conocida por el nombre de su hijo, Makir (cfr. Jos 13, 29-31), se quedaron en la parte central. Una parte de la tribu de Dan ocupó el norte. Fue la última tribu en establecerse en la tierra de Canaán. Inicialmente había ocupado una parte al oeste de Jerusalén (Jue 1, 34; 13-16; 18, 2), y después, bajo la presión de los cananeos, tuvo que ocupar la región al norte, junto a una de las fuentes del Jordán (Jue 18). Las tribus se unieron movidas por la necesidad de defensa de su territorio y para celebrar juntas la propia fe (ver mapa 2).

Ocupación de Canaán: lenta historia de lucha y resistencia.
La ocupación de la tierra fue ciertamente un proceso lento, progresivo y no siempre pacífico; no tuvo su inicio en las planicies, sino en las montañas. Sin duda tuvo que ser hecha en fases sucesivas y de maneras diversas. Las referencias que tenemos provienen de la propia Biblia y se encuentran especialmente en los libros de Josué, Jueces y Números.

La lista de las ciudades de las tribus que aparece en Jue 1, 1 – 2, 5 se refiere sin duda a un período posterior, el período de Salomón, cuando el territorio de su reino fue dividido en regiones administrativas. Los límites territoriales de las tribus fueron establecidos, en el período de los Jueces, por las propias configuraciones naturales de la geografía, como las montañas, las fuentes y los ríos.

Las tribus del Norte recibieron el nombre de Israel (eran llamadas también de la Casa de José) y las del Sur fueron llamadas de Judá. Es muy probable que Israel y Judá fueran grupos distintos y separados; y que, ante los desafíos y las necesidades que enfrentaron, para su autodefensa nació la hipótesis de la confederación de las tribus.

Confederación de las tribus: de la fe común nace la vida compartida (Jos 24, 1-28).
La unión entre las diferentes tribus es conocida como “confederación de las tribus”, “liga tribal” o “liga sagrada”. Las tres expresiones se refieren a la misma realidad vivida por las tribus de Israel: su unión para el culto al Señor, su Dios, en un único santuario, y para tratar otros asuntos de interés común. Diversas tribus autónomas se unían para celebrar el culto al Señor en el santuario central, donde se encontraba el Arca de la Alianza. Betel parece haber sido el santuario central de la liga tribal del Norte (Jos 20, 18.26), después Silo (Jue 18, 31; 1 Sam 2, 14) y, con la destrucción de esta ciudad, Guilgal (1 Sam 10, 8; 11, 14; 13, 4.7; 15, 12.21.33). En el culto renovaban el compromiso de fidelidad a la Alianza, que consistía en someterse a la voluntad del Señor. Los responsables de cada tribu debían marcar presencia en las asambleas para tratar cuestiones de orden religioso y político, problemas internos de cada tribu y entre ellas, para contactos comerciales e intercambio de productos.

El gran momento confederativo en el que se alcanza una unión de todas las tribus, caracterizándolas como “Israel” o “pueblo de Israel”, es la narración de Jos 24, 1-28, conocido entre los estudiosos bíblicos como Asamblea de Siquém. La tradición bíblica atribuyó a Josué la convocatoria de las tribus para este encuentro en el cual, después de la presentación del credo histórico, el pueblo es estimulado a afirmar su compromiso de “servir a Dios y obedecer a su voz” (Jos 24, 24).

La comprensión que las tribus tenían de la fidelidad a la Alianza no sólo abarcaba la relación con Dios, sino que pasaba también por las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales. Dios era alguien que formaba parte del día a día de la vida de ellas. La Alianza y las orientaciones básicas para evaluar la fidelidad al Señor y para garantizar la vida en todas sus dimensiones se encontraban en el Decálogo, las Diez Palabras, más conocidas como Diez Mandamientos (Ex 20, 1-17; cfr. Dt 5, 1-22). A partir de este núcleo, nacieron posteriormente las leyes para la aplicación práctica del Decálogo (Ex 20, 21-24.18; Dt 12-26). Las tribus intentaban vivir el compartir, la participación, la fraternidad, la justicia y la libertad, pero no siempre les era fácil, en un contexto en el cual aparecían mil obstáculos, dentro (1 Sam 2, 12-25) y fuera de la vida tribal (Jue 4-5).

Cuando una de las tribus era amenazada, las demás eran convocadas en nombre del Señor para unirse en su defensa. La lucha por la defensa era considerada una guerra santa, en la que el Señor iba al frente para proteger al pueblo. Su mayor amenaza venía de los filisteos. Estaban ubicados en la franja litoral al sur de Canaán. Eran militarmente fuertes, poseían carros de guerra y armas de hierro, y controlaban la ruta al mar, que pasaba por su territorio. En alguna ocasión llegaron a apoderarse del Arca de la Alianza (1 Sam 4, 11).

Muchos de los Jueces habían sido funcionarios de la liga tribal o ancianos de las tribus y los clanes. Eran los encargados de acompañar los proyectos comunes.

domingo, 5 de octubre de 2008

LAS FAMILIAS SE ORGANIZAN EN BUSCA DE LA SUPERVIVENCIA

En esta cuarta etapa de la formación bíblica, usted conocerá uno de los períodos más importantes de la historia del pueblo de Dios en la tierra de Canaán: el período tribal, cuando el pueblo era gobernado por un consejo de representantes de las familias que se unieron por la necesidad de garantizar sus vidas y que se fue transformando en un vínculo de fe.

Este primer tema muestra cómo las tribus fueron constituidas por grupos de familias para sobrevivir, compartiendo costumbres y creencias, y creando una identidad común.

1. LAS FAMILIAS SE ORGANIZAN EN BUSCA DE LA SUPERVIVENCIA

Anteriormente se han mencionado, principalmente, cuatro grupos de entre los muchos que conformaron el pueblo de Israel: los pastores, los campesinos oprimidos y rebeldes, los que huyeron de Egipto y los beduinos o nómadas. Existieron también otros grupos pequeños que se unieron por una causa común: la supervivencia en libertad. Por tanto no se puede hablar de un pueblo constituido según el concepto que tenemos hoy. Se puede hablar más bien de familias o de grupos de familias que se unían en clanes y después en tribus. Como pueblo o nación, Israel se constituyó después, en el período de la monarquía unida, con David y Salomón.

A. La familia, en los orígenes de Israel, estaba estructurada a partir del padre, de ahí el nombre de “familia o sistema patriarcal”. Él era el jefe o responsable de todos. Tenía una o más esposas sobre las que ejercía su autoridad, como lo hacía sobre hijos solteros y casados, nueras, nietos, siervos y extraños o extranjeros integrados a la familia, es decir, que compartían el mismo techo, la misma tienda (Gn 17, 12-14; 48, 8-22). La familia del patriarca se llamaba Bet’Ab (casa del padre), en lengua hebrea. El patriarca tenía derecho de vida y muerte tanto sobre toda persona que vivía en su tienda (Ex 21, 7-11; Gn 19, 8; 38,24), gozaba de plena autoridad religiosa y jurídica, resolvía problemas que podían surgir entre los miembros, y presidía las oraciones y ceremonias religiosas (Gn 12, 7; 33, 20).

La familia era una unidad socioeconómica, residencial., propietaria de un terreno familiar, autosuficiente, compuesta generalmente por 2 o 3 generaciones. Aquí no se puede hablar de propiedad privada, pues el terreno es de la familia ampliada; no se puede vender, pero todos tienen derecho a los productos totales de la tierra. El terreno es autosuficiente, debe producir todo lo necesario para vivir. Esto excluye un comercio de producción excedente. Poseen el terreno tanto cuanto la familia dure.

¿Cuáles eran las funciones de la familia?
a. La reproducción. Es una tendencia de Israel hasta el día de hoy. Esta función es absolutamente sacrosanta, pues el judío se casa para tener hijos, para perpetuar el linaje, y por ello, en la época tribal existía la poligamia.
b. Lo económico. La familia era la unidad básica de producción económica. No existe el negocio, sólo el trueque. La familia era garantía de subsistencia.

La familia israelita era económicamente autónoma, pues no debía nada de su producto a autoridades superiores en forma de impuestos que tanto los agobiaban bajo el yugo de los cananeos. El excedente no se entregaba a ningún aparato centralizado. Pero sí esta condicionado por la obligación de ayuda mutua a otras familias necesitadas. Esto era más un intercambio recíproco que una transacción comercial. La familia que había prestado ayuda siempre podía contar con la ayuda de otra familia cuando fuera necesario.

En la familia se educaba, se enseñaba el comportamiento adecuado, las costumbres y el modo de proceder. Se tenían celebraciones cultuales domésticas y el padre de familia contaba los relatos de sus antepasados. Se fomentaba la necesidad de autodefenderse, como familia y como tribu. La autodefensa era una convicción que se animaba y fomentaba como valor familiar.

B. El clan o mishpaha estaba constituido por varias familias que eran o se consideraban descendientes de ancestros comunes. Era un grupo intermedio entre la familia y la tribu (Jos 7, 16-18; 1 Sam 10, 20-21). Los pastores, por ejemplo, podían estar organizados en diversos clanes, cada uno de los cuales comprendía un grupo de familias que se movilizaban juntas, pasando de un lugar a otro con sus rebaños en busca de pastos.

El clan era una asociación económica de protección efectiva, formada por una mutua solidaridad socio-económica. Estaba formada por familias (50 personas aproximadamente). Su finalidad era proteger las situaciones más frágiles de los otros. Aquí es donde era efectiva la solidaridad, todos se protegían entre sí. Sus funciones militares se dirigían hacia la coordinación de la tribu. El clan, entonces, evitaba cualquier restricción sobre la primacía de la familia.

¿Cuáles eran sus funciones básicas?
- La celebración cultual.
- Jurisprudencia: aquí se cumplen las leyes de orden social grupal.
- Defensa militar. No hay ejército profesional.
- Matrimonios. Institución protectora del matrimonio para que los vínculos se establecieran entre personas del mismo clan o asociación protectora de familias. Estaba prohibido el matrimonio con extranjeros.

En el clan se protegían las familias cuyas funciones eran preservar las condiciones mínimas para la integridad de cada una de ellas, supliendo herederos varones cuando era necesario, manteniendo y recuperando tierras, rescatando miembros de la esclavitud por deudas, vengando homicidios. Todo era pensado en función de preservar la familia.

El clan no tenía propiedad privada en sí. Servía sencillamente para conservar las diversas propiedades colectivas de las familias, solucionar conflictos de herencias, etc. A través del clan se hacía efectiva la normalización del pensamiento y práctica religiosa. Allí se imponían las leyes rituales y morales a través del sacerdocio levítico que fue el principal portavoz del yahvismo en la época pre-monárquica.

C. La tribu o shebet era una organización social un poco más compleja, conformada por diversos clanes, en un territorio específico, agrupados en asociaciones protectoras, que se ayudaban en las dificultades económicas y se defendían mutuamente de otras tribus o de quienes les amenazaran, con lo cual garantizaban sus vidas. También consideraban común el origen de sus miembros, hablaban la misma lengua, tenían las mismas costumbres, tradiciones e instituciones. Vivían en comunidades bajo la guía de uno o más jefes. Se podría decir, haciendo una comparación actual, que la familia estaría constituida por nuestros abuelos, tíos, primos en primer grado y sus hijos. El clan correspondería a los tíos abuelos paternos y maternos, y sus descendientes, además de los primos en tercero, cuarto y quinto grados. La tribu correspondería a la unión de todas estas familias, más lo clanes de las nueras y los yernos, y sus respectivas familias (En cada uno de estos grupos se deben incluir las personas esclavas y extranjeras).

En los antiguos poemas bíblicos -conocidos como la “bendición de Jacob”, en Gn 49, 1-27, y “la bendición de Moisés” en el Dt 33, 1-29- se habla de las tribus de Israel. En la “bendición de Moisés” no aparece el nombre de todas las tribus. Falta la tribu de Simeón, por ejemplo. El “cántico de Débora”, mucho más antiguo, muestra que las tribus no constituían siempre una unidad perfecta. En él no se menciona las tribus de Judá y de Simeón, por ejemplo (Jue 5), tal vez a causa de su aislamiento en el sur, o porque aún no se habían adherido a la confederación de tribus. El gobierno tribal era una forma un poco más democrática y descentralizada de organizar al pueblo. El modo de vida y de organización comunitaria de esas tribus constituía una amenaza para los reyes de las Ciudades-Estado de Canaán y para los faraones de Egipto.

A manera de síntesis podríamos decir que la tribu era una asociación autónoma territorial, formada por familias agrupadas en clanes, relativamente homogéneas. La tribu se formaba según el territorio, el trabajo, la suerte y los productos de la tierra.

¿Cuáles son las funciones tribales?
- Funciones cultuales.
- Funciones jurídicas: legislativa y jurisprudencia.
- Defensa militar.
- Matrimonios. Es una necesidad institucional de las tribus.

Los órganos ejecutivos de la tribu eran la asamblea de varones y la asamblea de ancianos.

D. Israel o kol’yisrael. Podemos decir que Israel durante ésta época pre-monárquica, políticamente, era una liga de tribus con elementos fundantes:

- Adhesión exclusiva a Yahvé por medio del culto y una ideología. Yahvé es un Dios que elige, que libera esclavos y oprimidos, que pide una ética grupal. Los intereses limpios del grupo eran la voluntad de Dios. Lo propio del Dios de la Biblia es ser alguien volcado hacia afuera, en la búsqueda del otro, de la miseria humana. Dios que se revela con los seres humanos.
Israel poseía un movimiento social con un culto bien articulado basado en el desarrollo de tradiciones que les daba una sola identidad en medio de sus intereses variados, protegiéndose y salvaguardando la vida. El culto religioso y la ideología del yahvismo son potentes fuerzas organizativas y militares que son normativas para la comunidad.

- Un compromiso con la tendencia social y económica igualitaria garantizada con un derecho o un conjunto de leyes que lo concretizan. El desarrollo de esta ley les llevó a crear un estilo de vida antifeudal que se constituyó con una contra-sociedad avalada jurídicamente. Israel resistía enérgicamente las instituciones y oficios que se basaran en una soberanía superior. Las pretensiones de mayor riqueza y honor de algunas familias chocaban con los mecanismos de nivelación y de solidaridad de los clanes.

- Una disposición a la defensa militar, como principio. Era necesario defenderse de los sumerios, hititas, griegos, egipcios, etc.

¿Cuáles eran las funciones generales de la liga de tribus (Israel)?
- Función cultual: tenía como objetivo fundamentar la fe celebrando ritualmente la historia pasada como acción de Yahvé. Elaboración de confesiones de fe y creación de tradiciones.
- Función jurídica: hacer leyes para que funcione el sentido común.
- Defensa militar: era ejecutada por la asamblea de varones de todas las tribus.

La ayuda mutua en el antiguo Israel era un fundamento de su primitiva existencia. Esta solidaridad en ayuda era la que daba realidad social concreta a la unidad de las tribus.

Para reflexionar

¿Cómo fue la conformación social y religiosa en Colombia antes y después de la invasión española?
¿Qué parecido y diferencia encuentra usted entre la historia de Israel y de Colombia, con respecto al tema de hoy?

¿Para qué se casan las familias de hoy?
¿Cuál es el papel del padre de familia hoy en la sociedad?
¿Se puede definir a mi familia como una sociedad igualitaria y creyente en Yahvé? ¿por qué?
¿Qué educación doy a mi familia y cómo recibo la educación que me dan?